Es corriente que funcionemos a partir de ideas preconcebidas. Pensamos: ¡Quiero pintar una barca sobre la orilla al atardecer! Lo intentamos con nuestra mejor voluntad y, finalmente, obtenemos cualquier otra cosa y entonces nos desanimamos. Sin embargo, en ocasiones los accidentes son aprovechables. A veces obtenemos efectos inesperados que, si abrimos nuestra sensibilidad, pueden resultan tanto o más interesantes que la idea que en principio perseguíamos.
Una técnica que es útil y cede el paso al azar es el monotipo. Se trata de hacer una mancha con pinturas húmedas sobre un plástico o cristal arbitrariamente de modo que ésta chorree o salpique. Después estampa la mancha sobre un papel y, finalmente, analiza el resultado y valora la posibilidad de convertir la composición realizada abstracta en una obra figurativa.
¡A ver cómo se porta el azar contigo!