La quiebra de la Ilustración y el nacimiento del Romanticismo El Romanticismo es un movimiento cultural y artístico que surgió en Europa occidental en la primera mitad del siglo XIX como respuesta a la crisis en que habían entrado los ideales de la Ilustración, que podríamos resumir en cinco puntos:
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Una generación en crisis Los románticos, cuya educación se apoya en este ideario, se muestran desencantados al comprobar que los valores en los que han puesto su fe se encuentran comprometidos y en trance de desaparecer.
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¿Y ahora qué...? Ésta es la pregunta a la que tienen que responder los jóvenes románticos. Han recibido una herencia difícil de gestionar. Los ideales que inspiraron a sus padres y los valores que éstos les inculcaron no se corresponden con la realidad inmediata. Viven con una conciencia "a dos niveles" sin suficiente unidad entre sí: de un lado, los principios y el espíritu; de otro, las frustrantes limitaciones del mundo en el que viven. ¿Merece la pena seguir luchando? ¿Hay que aceptar que el proyecto ilustrado ha fracasado definitivamente? ¿Qué les define como generación? ¿Dónde pueden encontrar un espacio propio? En este tema podrás conocer las respuestas que los autores del momento ofrecieron a éstas y otras cuestiones, aunque ya adelantamos que no todas apuntaron en el mismo sentido... |
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El Romanticismo en España. Marco histórico El siglo XIX empieza a recoger los frutos del gran esfuerzo que ha estado realizando la sociedad española para acercarse a Europa en la última centuria. Sin embargo falta crear un sistema que se ajuste a la nueva realidad. Se ha fomentado una burguesía, pero no se le ha dado un lugar en el poder, pues esto implicaría romper el monopolio absolutista e introducir el parlamentarismo. La Guerra de la Independencia (1808-1814) es el acontecimiento histórico con que se inicia este tránsito. Se suele decir que en España existió un Romanticismo vivido antes que literario. El dos de mayo de 1808, el pueblo de Madrid tiene una reacción visceral al interpretar las lágrimas del rey Fernando VII cuando sale de palacio para marchar a Francia como expresión de su rabia y su impotencia ante la invasión. Los siguientes años están caracterizados por el entusiasmo popular, nacionalista y patriótico. En 1812, las Cortes Generales reunidas en Cádiz promulgan una constitución que tendrá una vida muy breve, ya que en 1814, acabada la guerra y vuelto el rey, se instaura una monarquía absolutista de signo conservador. El sistema constitucional se recupera una década más tarde gracias al pronunciamiento del teniente coronel Rafael Riego, que inaugura el período que se conoce como Trienio Liberal (1820-23). Sin embargo, la Santa Alianza saldrá en ayuda del rey enviando un ejército de 132.000 soldados franceses (los "cien mil hijos de San Luis") que pone fin a las libertades. Comienza así la Década Ominosa (1823-1833) caracterizada por la represión, la censura y el exilio de intelectuales. A la muerte del rey, asistimos a la Regencia de María Cristina (1833-1840) marcada por la primera Guerra Carlista, una guerra civil entre los partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, absolutistas, y los de Isabel II, liberales. El triunfo corresponderá a estos últimos. Tras la Regencia de Espartero (1840-43), Isabel II accede al trono, aunque no traerá la paz. Las tensiones continuarán en la segunda mitad del siglo con nuevos enfrentamientos civiles y un gran derroche de valor y energías, muchas veces estéril. |
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Tendencias y estética En el Romanticismo conviven dos ideologías que se manifiestan con un único código.
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Características generales de la literatura romántica El Romanticismo se presenta en oleadas que van cambiando de carácter. En España suelen distinguirse tres fases: Prerromanticismo (hasta 1833), de carácter conservador; apogeo del Romanticismo (entre 1833 y 1843), de carácter liberal; Posromanticismo (a partir de 1843), conservador e intimista. En general, el movimiento se podría caracterizar mediante tres rasgos:
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José de Espronceda (1808-1842) Es el autor que mejor encarna la vertiente revolucionaria del Romanticismo. A los quince años fundó una sociedad secreta, Los Numantinos, que tenía como objetivo derribar el gobierno absolutista. Sufrió prisión y, más tarde, tuvo que marchar al exilio. Conoció en Portugal al amor de su vida, Teresa Mancha, cuya prematura muerte sumió al poeta en la desesperación. Regresó a España acogiéndose a una amnistía y se dedicó a la política hasta su muerte. Su obra se puede dividir en tres bloques:
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El estudiante de Salamanca Ofrecemos como muestra los primeros versos de la obra. |
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Era más de media noche, antiguas historias cuentan, cuando en sueño y en silencio lóbrego envuelta la tierra, los vivos muertos parecen, los muertos la tumba dejan. Era la hora en que acaso temerosas voces suenan informes, en que se escuchan tácitas pisadas huecas, y pavorosas fantasmas entre las densas tinieblas vagan, y aúllan los perros amedrentados al verlas: En que tal vez la campana de alguna arruinada iglesia da misteriosos sonidos de maldición y anatema, que los sábados convoca a las brujas a su fiesta. [...] Súbito rumor de espadas cruje y un ¡ay! se escuchó; |
un ay moribundo, un ay que penetra el corazón, que hasta los tuétanos hiela y da al que lo oyó temblor. Un ¡ay! de alguno que al mundo pronuncia el último adiós. El ruido cesó, un hombre pasó embozado, y el sombrero recatado a los ojos se caló. Se desliza y atraviesa junto al muro de una iglesia y en la sombra se perdió. |
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) El lírico más importante del Romanticismo español nació en Sevilla. Huérfano desde los once años, a los dieciocho decide trasladarse a Madrid donde emprenderá una carrera literaria y periodística que nunca le permitió gozar de independencia económica. Enamorado de Elisa Guillén, cuando ésta le ignora, se desespera y decide casarse precipitadamente con Casta Esteban, con la que tiene dos hijos. Bécquer tiene enormes dificultades para mantener el hogar con su trabajo. Su mujer lo abandona y a partir de entonces lleva una vida bohemia y desilusionada. Muere de tuberculosis cuando su matrimonio iba a rehacerse. Las obras más importantes de Bécquer son:
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Rimas Seleccionamos dos rimas. La primera de la serie, una reflexión sobre la creación poética, y la conocidísima "Volverán las oscuras golondrinas...". |
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Rima I Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras. Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas. Pero en vano es luchar; que no hay cifra capaz de encerrarle, y apenas, ¡oh hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas. Rima LIII Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón los nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. |
Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar; aquellas que aprendieron nuestros nombres, esas..., ¡no volverán! Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde, aún hermosas, sus flores se abrirán. Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ésas..., ¡no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón, de su profundo sueño tal vez despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas Como se adora a Dios ante su altar, Como yo te he querido..., desengáñate, ¡así... no te querrán! |
Leyendas Seleccionamos un fragmento de "El rayo de luna". Manrique llegó al claustro, tendió la vista por su recinto
y miró a través de las macizas columnas de sus arcadas... Estaba desierto. |
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Mariano José de Larra (1809-1837) Nació en Francia, donde su familia había tenido que exiliarse (su padre, médico, había atendido a heridos franceses durante la Guerra de la Independencia). Su personalidad está marcada por la insatisfacción. En la esfera pública no pudo disfrutar de la libertad social y política que ansiaba. En su vida personal se enamoró de una mujer casada, Dolores Armijo, que se convirtió en su amante. Cuando ella lo abandona, el autor se suicida. Larra destaca como periodista crítico y satírico. Escribió más de doscientos artículos (muchos de ellos con el pseudónimo de Fígaro), que suelen clasificarse en tres grupos:
Suelen presentar una estructura tripartita:
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Artículos Ofrecemos un pasaje de "El día de Difuntos de 1836". Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga
procesión, serpenteando de unas en otras como largas culebras de infinitos
colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso salían de las puertas de
Madrid! |
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José Zorrilla (1817-1893) José Zorrilla es el dramaturgo más destacado del Romanticismo español. La biografía de Zorrilla resulta bastante azarosa. Su padre, un rígido magistrado tradicional y conservador, no se lleva bien con su hijo díscolo, rebelde y bohemio. El joven Zorrilla, con diecinueve años, decide huir de casa y va a Madrid para dedicarse a la literatura. Después de un año de estrecheces, el escritor se da a conocer en el entierro de Mariano José de Larra leyendo un panegírico dedicado al autor. Entra en contacto con el gran mundo literario y se abre camino hacia la fama. Comienza una vertiginosa producción literaria entre la aclamación general: El puñal del godo, Don Juan Tenorio, Traidor, inconfeso y mártir, A buen juez mejor testigo. Sin embargo, en sus últimos años pasa apuros económicos, sus libros y artículos ya no se publican, el Estado suprime su pensión. Muere pobre y desilusionado. Su obra más conocida es Don Juan Tenorio, la historia clásica del burlador. El argumento parte de una apuesta entre el protagonista y un rival, don Luis Mejía, que le reta a completar su lista de conquistas seduciendo a una novicia. Don Juan acepta y añade al reto la prometida de don Luis, doña Ana de Pantoja. Logra engañar a doña Ana, pero se enamora locamente de la joven novicia doña Inés, que conseguirá que el libertino se arrepienta de sus malas acciones, implore la misericordia de Dios y obtenga así la salvación por el amor. |
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Don Juan Tenorio La escena más popular de la obra es el momento en que don Juan se declara a doña Inés: |
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¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esta aura que vaga, llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor la barca del pescador que espera cantando al día, ¿no es cierto, paloma mía, que están respirando amor? Esa armonía que el viento recoge entre esos millares de floridos olivares, que agita con manso aliento; ese dulcísimo acento con que trina el ruiseñor de sus copas morador, llamando al cercano día, ¿no es verdad, gacela mía, que están respirando amor? Y estas palabras que están filtrando insensiblemente |
tu corazón, ya pendiente de los labios de don Juan, y cuyas ideas van inflamando en su interior un fuego germinador no encendido todavía, ¿no es verdad, estrella mía, que están respirando amor? Y esas dos líquidas perlas que se desprenden tranquilas de tus radiantes pupilas convidándome a beberlas, evaporarse, a no verlas, de sí mismas al calor; y ese encendido color que en tu semblante no había, ¿no es verdad, hermosa mía, que están respirando amor? ¡Oh! Sí, bellísima Inés espejo y luz de mis ojos; escucharme sin enojos, como lo haces, amor es: mira aquí a tus plantas, pues, todo el altivo rigor de este corazón traidor que rendirse no creía, adorando, vida mía, la esclavitud de tu amor. |
Ángel de Saavedra, Duque de Rivas (1791-1865) Este cordobés fue uno de los intelectuales que tuvieron que exiliarse en 1823, año en que se dictó contra él una condena de muerte. Pasó a Londres y de allí a Italia, Malta y Francia, donde se ganó la vida pintando cuadros. Regresó a España acogiéndose a la amnistía de 1833 y heredó el título de duque de Rivas. En 1836 es nombrado ministro, pero al año siguiente se ve obligado a huir de nuevo del país, después de haberse pasado al bando conservador. Regresa a España en 1838, se convierte en senador y, más tarde, en embajador de España en Nápoles y París. En el momento de su muerte era el presidente de la Real Academia Española. Su obra más importante es Don Álvaro, o la fuerza del sino. El protagonista está enamorado de Leonor, hija del marqués de Calatrava, que se opone a su relación. Los novios intentan huir, pero son descubiertos por el marqués. Cuando don Álvaro rinde su pistola en señal de sumisión, el arma se dispara y mata al padre de Leonor. El protagonista, desesperado, marcha a combatir a Italia, donde salva la vida a Carlos, hijo del marqués de Calatrava. Cuando éste lo reconoce, lo desafía y don Álvaro lo mata. Mientras tanto, Leonor se ha convertido en ermitaña y vive cerca de un convento donde don Álvaro se retira a hacer penitencia. Don Alfonso, el otro hijo del marqués, lo persigue, lo desafía y muere a manos de don Álvaro, que pide socorro para el moribundo. Acude Leonor, a la que su hermano, creyéndola casada con el asesino de su padre, mata de una puñalada. Alfonso aterrado por tanta desgracia se suicida lanzándose por un precipicio. |
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Otros autores En este breve recorrido por el Romanticismo no podemos olvidar a Rosalía de Castro, extraordinaria escritora que marca el Rexurdimento de las letras gallegas. De carácter melancólico y atormentado, tal vez por su condición de hija ilegítima, su obra gira en torno a tres núcleos temáticos: la evocación de Galicia, sus gentes, costumbres y tradiciones; la denuncia de la injusticia social, de las penurias de los emigrantes, de la falta de libertad; y la angustia existencial, el dolor por el paso del tiempo y la proximidad de la muerte. Escribió tres grandes libros: Cantares gallegos, Follas novas y En las orillas del Sar. Merece la pena recordar a otras autoras como Carolina Coronado o Gertrudis Gómez de Avellaneda, que, además de abordar los temas al uso - la angustia de vivir, la naturaleza, el amor, la evocación del pasado -, reflexionan sobre su condición femenina reivindicando para la mujer un papel distinto al que se le ha atribuido tradicionalmente. La nómina de dramaturgos quedaría incompleta si no citáramos a Francisco Martínez de la Rosa, La conjuración de Venecia; Antonio García Gutiérrez, El trovador; y Juan Eugenio Hartzenbusch, Los amantes de Teruel. También hay que tener en cuenta a Enrique Gil y Carrasco, El señor de Bembibre, como autor de novela histórica. Finalmente, mencionaremos a Jacinto Verdaguer, representante de la Renaixença de las letras catalanas, con sus poemas épicos L'Atlàntida y Canigó. |
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El Romanticismo y los románticos Has tenido oportunidad de comprobar la exaltación que caracteriza el genio romántico, un rasgo que, en muchos momentos, llegó a ser exagerado e incluso ridículo. Lo puedes comprobar en este fragmento de Ramón de Mesonero Romanos, "El romanticismo y los románticos", en el que el autor de las Escenas matritenses hace un retrato caricaturesco de un sobrino suyo que ha decidido ser romántico: La primera
aplicación que mi sobrino creyó deber hacer de adquisición tan importante, fue a
su propia física persona, esmerándose en poetizarla por medio del romanticismo
aplicado al tocador. |
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Ya que vio
romantizada su persona, toda su atención se convirtió a romantizar igualmente
sus ideas, su carácter y sus estudios. [...] La carrera que le parecía más análoga
a sus circunstancias era la carrera de poeta, que según él es la que guía
derechita al templo de la inmortalidad. Como es natural, estamos ante una caricatura del romántico, aunque, por poner un ejemplo, no estaría tan lejos del retrato del joven Zorrilla que, para desesperación de su padre, no pisaba las aulas y prefería pasear por ruinas y parajes solitarios, andar de noche por los cementerios, se dejó crecer el pelo y usaba unas enormes lentes verdes. Algo semejante pasaba con la mujer romántica. El canon de belleza del momento dictaminaba que su piel había de ser blanquísima, su mirada lánguida, su aspecto frágil y quebradizo. Para conseguirlo, muchas tomaban vinagre, cuya ingesta acaba con los glóbulos rojos y produce anemia, así es como conseguían el aspecto deseado. Hay otros ejemplos. En el Siglo de Oro se decía que la piel de los enamorados que penaban de amor adquiría un tono amarillo, por lo que las mujeres mascaban barro de Portugal, de este modo enfermaban del hígado y su piel adquiría el ansiado tono amarillento. Otro tanto se podría decir del cutis limpio de la Edad Media: las muchachas se lavaban la cara con agua de limones, que eliminaba la grasa, pero quemaba su piel. Es probable que estas costumbres te resulten curiosas o hayan despertado en ti una sonrisa, pero, bien considerado, ¿no existen usos en la sociedad actual que llevan a las personas al punto de enfermar para conseguir una figura acorde con el ideal de belleza del momento? Si te interesa el tema puedes buscar en Internet más información sobre los cánones de belleza del Romanticismo y compararlos con los de otras épocas anteriores o posteriores, incluso con los de movimientos que entroncan con él, tales como el Decadentismo o el Dandismo. |
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