El califato fue una creación del poderoso emir Abd al-Rahman III, que tras subir el poder en el año 912, había conseguido acabar con la rebeldía de los gobernantes de ciertas partes de Al-Andalus que estuvieron a punto de terminar con la unión del poder árabe peninsular. En el año 929 se autoproclamó califa, e inició una etapa de reforzamiento del poder de Al-Andalus. Su política se centró en hacer del califato de Córdoba un estado fuerte, con un impulso cultural y económico extraordinario, que llevan a calificar a esta etapa como una época de esplendor. El califato fue muy fuerte durante aproximadamente medio siglo, pero las intrigas internas por hacerse con el poder fomentaron la división que llevó a su caída hacia el año 1030.