La pintura que hacían los hombres del Paleolítico es muy interesante no solo por su belleza, sino por ser una buena fuente de conocimiento de las formas de vida de aquel tiempo. El estudio cuidadoso de cualquiera de esas pinturas ayuda a entender muchas cosas, no solo sobre las técnicas de pintura, sino también sobre aspectos de la vida en aquel tiempo.
La cueva de Altamira es posiblemente el ejemplo más ilustrativo. Se han fechado sus pinturas hacia el año 14.000 a. C., en concreto son de esa fecha los animales pintados en el centro de la cueva, porque algunas figuras de los laterales pueden haberse hecho en épocas diferentes.
Pintaban en negro y en color. El negro lo conseguían a partir de carbón vegetal, y el color, especialmente el amarillo y el rojo, lo sacaban de tierras coloreadas en esos tonos por su alto contenido en óxido de hierro; esos colorantes naturales los mezclaban con aglutinantes obtenidos de grasa mineral.
Las pinturas de Altamira están en el techo de una habitación de poca altura que los hombres podían alcanzar fácilmente. Para pintarlas tendrían que tener teas de fuego para iluminar la habitación, pues se encuentra en el interior de la cueva sin iluminación natural.
¿Para qué querían pintar en el techo de la cueva animales que no podían ver si no estaban tumbados y con antorchas encendidas? Si se tiene en cuenta que lo representado eran los animales que ellos cazaban, se puede entender por qué los dibujaban y representaban de manera muy realista, como si fueran animales de verdad. Con ello esperaban atraer a la cueva a los animales para poder cazarlos con más facilidad. En cierta manera esas pinturas parecen indicar una intencionalidad mágica, en la medida en que consideraban a los animales representados como si fueran reales y con capacidad de atraer a los animales de verdad.
Diferentes de las pinturas de la zona cantábrica son las que hicieron tiempo después (posiblemente hacia el 10.000 a. C) los hombres prehistóricos que vivían en la zona levantina de la Península Ibérica. En primer lugar no pintaban dentro de las cuevas sino en “abrigos” al aire libre. Solían pintar fundamentalmente en negro. Representaban no solo imágenes de animales (ciervos, cabras, toros y jabalíes) sino también figuras humanas, formando escenas de caza o de recolección.