La caída de la monarquía tiene sus raíces en el contexto político, económico y social de las décadas precedentes. En general, fue incapaz de resolver los problemas de la sociedad española, e integrar en el sistema las nuevas fuerzas políticas y sociales que iban surgiendo.
La etapa final de la monarquía -la Dictadura- solo fue un paréntesis. A su término los problemas seguían aplazados. El intento de volver a la “normalidad constitucional” por parte de Alfonso XIII fue un absoluto fracaso. La II República vino con la voluntad de afrontarlos en una experiencia democrática plena.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron el triunfo a los candidatos republicanos y socialistas en casi todas las grandes ciudades. El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República en medio de manifestaciones de alegría popular. Alfonso XIII y su familia abandonaron el país. Se hizo cargo del poder un Gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora.
El Gobierno provisional estuvo integrado por todos los partidos republicanos y los socialistas. Tomó medidas que anticiparon su carácter profundamente reformador. Pero su prioridad fue la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes, para aprobar una nueva Constitución.
En el plano cultural, la II República fue la culminación de una época de gran creatividad, iniciada desde principios de siglo XX: la llamada “edad de plata” de la cultura española. |