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Queremos sumergirnos ahora en las principales teorías del origen de la Sociedad y el Estado. Pero, ¿sabemos que es Sociedad?, ¿sabemos que es Estado? ¿Entendemos sus fundamentos? Por eso, antes de hablar de algo, hay que saber de qué hablamos.

- No todo es igual en el paisaje. No son lo mismo un individuo y una persona. Observe bien. Así comprenderá que la sociabilidad sólo es propia de los seres personales.
- Tampoco es igual comunidad que sociedad. Ambos son fenómenos humanos pero en la primera lo importante es la totalidad comunitaria y en la segunda la persona.
- Si comprende bien esa distinción se percatará de que no es lo mismo la Nación que la Sociedad política. Verá que el Estado debe estar al servicio de la Sociedad política o sociedad civil.

Queremos aproximarnos a las teorías sobre el origen de la sociedad y del Estado. ¿Por qué conocer esas teorías? ¿No sería mejor que cada uno pensara lo que quisiera y no tener en cuenta las opiniones de los otros? Evidentemente no. El hombre es un buscador insaciable de verdad y más aún, cuando lo que busca, es una sociedad y un Estado que le ayuden en su tarea de humanización tanto propia como colectiva. Es importante que, de nuevo, pensemos acerca del origen de la sociedad y el estado y, por supuesto, que tomemos partido. La filosofía es reflexión, pero reflexión comprometida, ni abstracta, ni ajena a la realidad y a los problemas del hombre. Una reflexión de esa naturaleza será entretenimiento, pero no filosofía. La filosofía es algo serio porque la realidad y el hombre son asuntos serios, muy serios.

- Recorra la teoría platónica: ¿Es justo desobedecer a las leyes? No se olvide de la aristotélica: El Estado es una exigencia de la naturaleza humana.
- No se olvide de la teoría del bien común: Somos seres sociales que estamos “obligados” a buscar el bien común, bien de todos y cada uno de los miembros de la sociedad.
- Recorra las principales teorías contractualistas: la teoría de Hobbes (el contrato de comunidad es necesario para mantener la paz), la del contrato de gobierno y la teoría de la voluntad general de Rousseau.

Vamos ahora a enfrentarnos a algunos de los principales problemas que plantea la relación del hombre con el estado. A saber, el problema de la soberanía, el problema de los límites del Estado (¿el fin justifica los medios?), la relación entre el estado y los derechos humanos, el problema del totalitarismo (¿hace justicia al ser humano un estado totalitario? y el gran problema de la democracia (¿sirven realmente nuestras democracias a las personas? ¿cuál debe ser su punto de vista para que las sirvan?). Los problemas no son fáciles y, por encima, de las posturas que defendemos queremos que se plantee los problemas, los piense y les dé solución.

Aventúrese con el problema de la soberanía: ¿Es el pueblo soberano? ¿Lo es el estado? ¿O no lo es ninguno?
- ¿Puede hacer el Estado todo? ¿Qué relación debe tener el Estado con los derechos fundamentales de la persona? Responder es necesario pero arriesgado.
- ¿Sistemas totalitarios o democráticos? ¿Democracia o postdemocracia? ¿Qué lugar ocupa la persona en estos sistemas? Observe el panorama y actúe.

El hombre es por naturaleza un ser insatisfecho porque busca la perfección. Por eso decimos que es un ser utópico. Es decir, busca organizaciones sociales y estatales que le ayuden a ello. Por tanto, la búsqueda de lo utópico es irrenunciable. El ser humano no puede dejar de ser utópico más que dejando de ser persona. ¿Y su capacidad utópica?

- Acérquese al concepto de utopía y al inventor de la palabra: Tomás Moro.
- ¿Qué es una utopía? Visite el concepto.
- Aproxímese a la irrenunciable dimensión utópica del ser humano: “El hombre del siglo XXI o recupera su capacidad de utopía o dejará de ser”. ¿Es cierta esta afirmación?