Nuestra herencia biológica y cultural puede limitar o condicionar nuestra
libertad, pero no anularla. Afirmar lo contrario sería propio de posturas
deterministas.
La diversidad de culturas constituye una expresión de la riqueza del
espíritu humano.
El relativismo cultural no implica un relativismo ético.
La globalización debería suscitar la conciencia de la unidad intrínseca
de la especie humana, en el espacio y en el tiempo.
La auténtica educación debe formar integralmente a la persona
"en la libertad" y "para la libertad".