"En
su Ética a Nicómaco, Aristóteles realiza una indagación
filosófica sobre la virtud, el carácter y la felicidad, desafiándonos
a gobernar inteligentemente nuestra vida emocional. Nuestras pasiones pueden
abocar al fracaso con suma facilidad y, de hecho, así ocurre en multitud
de ocasiones; pero cuando se hallan bien adiestradas, nos proporcionan sabiduría
y sirven de guía a nuestros pensamientos, valores y supervivencia. Pero,
como dijo Aristóteles, el problema no radica en las emociones en sí
sino en su conveniencia y en la oportunidad de su expresión. La cuestión
esencial es ¿de qué modo podremos aportar más inteligencia
a nuestras emociones, más civismo a nuestras calles y más afecto
a nuestra vida social?"
( GOLEMAN, D. Inteligencia emocional, p. 17)
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