Frecuentemente cuando los medios de comunicación hablan de la
influencia de la
tecnología
en nuestras vidas se refieren a las
nuevas tecnologías o la alta tecnología; nosotros mismos al escuchar
la palabra tecnología tendemos a pensar en ordenadores de última
generación, en naves espaciales, satélites artificiales, redes de
alta tensión, centrales eléctricas, grandes máquinas…
Sin embargo los objetos más domésticos y cotidianos también son productos tecnológicos: los libros, la ropa que vestimos o los bolígrafos no han estado siempre ahí, surgieron a raíz de un descubrimiento o de una invención en un momento determinado de la historia; también fueron, en su día, tecnología punta.
Se suele asociar tecnología con modernidad, pero realmente la actividad tecnológica, la curiosidad por modificar nuestro entorno para mejorar nuestras condiciones de vida, es algo tan viejo como la humanidad.
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