Nuevos tiempos, nuevas inquietudes Los intelectuales y escritores de principio de siglo asistieron, entre sorprendidos y maravillados, a una auténtica explosión de la tecnología y la ciencia, una tendencia que marcará el arranque del siglo XX y significará una auténtica revolución cultural de los modos y técnicas de expresión vigentes hasta la Gran Guerra, que estaban marcados por un realismo que parecía un principio irrenunciable en el arte. El desconcierto general ante lo que había significado el fracaso de la cultura de la razón, ejemplificado en la I Guerra Mundial, lleva a los artistas plásticos y literarios a reivindicar una realidad mucho más compleja, cambiante, que se plasma artísticamente en composiciones cubistas que rompen el punto de vista habitual o en poemas vanguardistas que desafían cualquier análisis lógico del contenido y de la forma. No son ajenos a esta nueva visión del mundo inventos que revolucionan el ocio, la cultura y la plástica del hombre de principios de siglo: el cine como arte definitivo, capaz de englobar las más variadas inquietudes artísticas y la radio, un nuevo medio de comunicación de masas capaz de llevar la palabra allí donde no llega la letra impresa. |
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Testigos de un mundo caduco, y protagonistas absolutos de los nuevos tiempos, los escritores descubrirán un nuevo mundo interior, marcado por la presencia de un tiempo subjetivo, que depende de lo vivido, y que se abrirá paso a través del monólogo interior. Mientras tanto, los poetas declaran no someterse a norma alguna, y sus textos se llenan de versículos y de audaces y modernas metáforas, reflejo de un mundo nuevo, fascinante y que parecía prometer todo aquello que se quisiera o soñara. Las nuevas corrientes se abren al psicoanálisis, un nuevo y portentoso método científico para descubrir lo más oculto, lo más escondido y auténtico del hombre. Los artistas se preocuparán por los sueños, el lenguaje se hará voluntariamente confuso y onírico. Al tiempo, las reivindicaciones sociales, tomadas del marxismo y de las corrientes de pensamiento socialista, serán un referente para tantos escritores que militarán en las filas de las organizaciones obreras y que acabarán peleando, en el caso de España, al lado de la II República, empuñando el verso y la palabra como armas de combate. El surrealismo recogerá ambos aspectos —lo onírico y la toma de conciencia política del artista-, y se erigirá en una de las corrientes artísticas más enriquecedora, deslumbrante y fecunda del siglo XX. En este panorama cultural, vivo y rabiosamente activo, irrumpen las vanguardias literarias y se forja la generación española de poetas más brillante desde el Siglo de Oro, una Generación que, enterada y abanderada de las últimas propuestas culturales europeas, no olvida, ni el endecasílabo de Garcilaso ni el romance popular. Llegada la década de los años 20, nuestros poetas se preparan para entrar en las trincheras de la renovación estética, política y cultural... y en las páginas de la historia de la literatura española. |
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Ramón Gómez de la Serna. Las literaturas de vanguardia. En las tres primeras décadas del siglo XX se suceden una serie de movimientos artísticos y literarios que recibieron el nombre de vanguardias. Son la consecuencia del agotamiento de los modelos artísticos de finales del XIX, por una parte, y del deseo de que el arte dé cuenta de un mundo distinto, renovado, vertiginoso y moderno, deportivo y tecnológico, que es el que se abre en 1900. Estos nuevos movimientos —o ismos, como se conocen por la terminación de sus respectivas denominaciones— certifican su nacimiento mediante manifiestos, declaración de intenciones de los artistas, escritores, etc., que participan en la corriente. Son por naturaleza efímeros, aunque alguno de ellos ha sido trascendental para la historia espiritual y artística del XX y hasta de la actualidad, como el surrealismo. Ramón Gómez de la Serna (1888—1963) es un adelantado de las vanguardias en España. Su carácter único y singular le impidió crear escuela o que otros creadores se sumaran a sus hallazgos literarios, que ilustró sobradamente en la revista, por él creada, Prometeo. Con todo, influiría enormemente en escritores posteriores, especialmente en el tratamiento de las metáforas y las imágenes poéticas, así como en la libertad de su prosa, que no se ceñía a esquemas, géneros ni argumentos. De maneras y actitudes poco convencionales o excéntricas (como celebrar un banquete en un quirófano o dictar conferencias en un circo encima de un elefante), su obra literaria se basa en la ruptura con lo establecido, en las asociaciones delirantes de imágenes y, sobre todo, en la greguería, definida por el mismo Ramón como "Humorismo + Metáfora". Las greguerías son un compendio de libertad creativa, y en ellas puede haber una mayor carga de humorismo o de lirismo según los ejemplos, y constituyen una nueva forma de ver el mundo, divertida, original y enormemente creativa. Gómez de la Serna se exilió en Buenos Aires tras la guerra civil, y su figura perdió relieve paulatinamente durante la posguerra para recobrarlo en la actualidad. |
GregueríasDe la nieve caída en el lago nacen los cisnes.
Los niños, al tocar las armónicas, chupan un caramelo de acordeón. El otro lado del río siempre estará triste de no estar de este lado...Esa pena es de lo más insubsanable del mundo y no se arregla ni con un puente. Lo que más le duele al aire son esos latigazos de los cocheros, que lo hacen restallar como si le hubieran pegado un tiro.
Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas. Golf: juego para ratones que se han vuelto ricos. |
Las literaturas de vanguardia comienzan, como hemos dicho, su andadura a principios del siglo XX y entre los ismos que llegan a España procedentes de toda Europa figuran, por su trascendencia literaria, el futurismo, el cubismo, el dadaísmo, el ultraísmo, el creacionismo y el surrealismo —este último el de mayor calado y fecundidad en literatura y en el arte en general. Tanto el futurismo como el ultraísmo —que recoge aspectos del cubismo— son movimientos que se producen entre 1910 y 1920. Ramón recogió en Prometeo el manifiesto del primero, así como la exaltación del mundo tecnológico y maquinizado que se avecinaba, y se tomaron como material poético los aviones, los coches veloces, las masas de ciudadanos, y, en ocasiones, la violencia o el enfrentamiento bélico. Ninguno de estos ismos tuvo un eco especialmente importante en nuestro país, aunque contaron con representantes muy significativos, como el poeta futurista y teórico literario Guillermo de Torre. Aún así fueron un caldo de cultivo imprescindible para posteriores generaciones poéticas, especialmente la del 27.El dadaísmo fue creado por Tristán Tzara, y proclamaba la libertad absoluta del arte, reivindicaba lo incoherente, lo absurdo, y denunciaba, así, la irracionalidad de un mundo que, basado en el racionalismo y el cientifismo, había llevado a los hombres al desastre de la I Guerra Mundial. Influyó en el desarrollo del surrealismo. He aquí las indicaciones de Tzara para crear un poema dadaísta: |
Para hacer un poema dadaístaTomad un periódico. |
Mayor peso en España tuvo el creacionismo, cuyo inspirador, el chileno Vicente Huidobro, lo difundió en España en 1918. Se basaba en la autonomía del objeto artístico, en su independencia de otras realidades o circunstancias, una creación que nacía, teóricamente, por sí misma. Este punto de vista, cercano a la deshumanización propugnada por Ortega, tendría seguidores entre los poetas españoles, muy sensibles a estas posiciones literarias próximas a la poética de Juan Ramón Jiménez. Sin embargo, el protagonismo esencial del abundante movimiento vanguardista estaba reservado al surrealismo. El francés André Breton fue su máxima figura y creador, si bien debe mucho a otras vanguardias anteriores como el dadaísmo. Su gran aportación a la cultura y el arte del siglo XX consistió en aunar la corriente intelectual más poderosa de finales del XIX y principios del siglo pasado, el marxismo, con una de las técnicas más revolucionarias de conocimiento científico del hombre, el psicoanálisis. Y ello puesto al servicio de la creación literaria y artística en general, pues se trataba de liberar las fuerzas creadoras del hombre, de transformar la realidad a través, sobre todo, de la poesía, que se consideraba como la herramienta más adecuada para esta revolución lingüística y liberadora. Para ello se propusieron métodos como la escritura automática (dejar la mano correr por el papel sin pensar en lo que se escribe), la asociación libre de imágenes, metáforas y visiones oníricas, etc., todo con el fin de dejar aflorar la auténtica realidad (a esto responde fielmente la expresión francesa surréalisme, es decir, superrealismo), lo contenido en el subconsciente de la mente del hombre. |
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La Generación del 27 El grupo de poetas que comparten esta generación componen el grupo más brillante de nuestra historia literaria reciente, y aun podríamos decir de los últimos siglos de poesía desde el Siglo de oro. Su importancia es también enorme a escala europea y mundial. Antes de comentar detalladamente a cada autor abordaremos algunas cuestiones generales de denominación, características y trayectoria de este grupo de poetas: La denominación del Grupo ha sido cuestión frecuente de debate: el término de Generación del 27 viene dado por la celebración del centenario de la muerte de Góngora en Sevilla en 1927, acto en el que participaron todos ellos; sin embargo, el término de generación no parece encuadrar correctamente, ni por maestros ni por hechos históricos externos, a todos los poetas participantes, al menos en la definición que del término generación hizo Ortega y Gasset. Cernuda, uno de los poetas del Grupo, ha hablado de Generación de 1925, por ser una fecha alrededor de la cual casi todos publicaron algunas obras significativas. Atendiendo más a otras cuestiones se ha hablado de Poetas profesores o de Generación de la amistad, términos ambos que, sin ser inciertos, tampoco cubren la compleja perspectiva del Grupo. La crítica, siguiendo a Gerardo Diego -otro de los autores-, ha venido prefiriendo la denominación de Grupo del 27, entendiendo que hay autores, no necesariamente poetas, que pertenecen a la misma Generación pero que no comparten las características de éstos. Menos discusión hay en la nómina de autores pertenecientes al Grupo, y que ordenados por fecha de nacimiento estaría formada por Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. |
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Las características estéticas y la poética del Grupo son enormemente variadas, pero también tienen muchas afinidades entre ellos, sobre todo por el enorme equilibrio de su poesía. Así, todos ellos son partidarios de una poesía autónoma, de una gran belleza formal, pero que no rehúye lo humano y lo sentimental. La mezcla entre lo culto y lo popular es una constante en todos ellos, y el trabajo y la disciplina para conseguir la brillantez técnica no restará la admiración ni la inspiración de la poesía popular y el deseo de llegar a la inmensa mayoría. Consecuencia de todo ello es también el equilibrio entre una poesía a la vanguardia de la producción europea pero que no reniega de sus orígenes españoles y que, de hecho, toma muchísimo de las fuentes clásicas de los poetas del Siglo de Oro, de Bécquer y de la tradición inmediata (de Juan Ramón Jiménez especialmente). Las etapas del Grupo poético del 27 que se han distinguido habitualmente son tres:
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Pedro Salinas (1891-1951), el mayor del Grupo, atraviesa distintas etapas: tras una primera época vanguardista en la que dedicó poemas a distintos objetos cotidianos (como a una bombilla, o a un automóvil) y en la que publicó libros como Seguro azar (1929) o Fábula y signo (1931), llega su época más plena con La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936), que consagran a Salinas como el gran poeta del amor, sentimiento que llena su poesía de belleza y de aparente simplicidad a pesar de su trabajada elaboración. |
Para vivir no quiero |
Jorge Guillén (1893-1984) es otro de los poetas profesores junto con Gerardo Diego y Pedro Salinas, del que fue entrañable amigo. Su poesía es el mejor ejemplo, dentro de los del Grupo del 27, de la poesía pura, y aunque también evolucionó hacia el nosotros siempre mantuvo su vocación poética original. Su obra puede parecer fría, pero está intensamente trabajada y elaborada. Concibió su producción como una unidad, que agrupó en Aire nuestro (formada por Cántico, Clamor, Homenaje, Y otros poemas y Final). |
Las doce en el relojDije: Todo ya pleno. |
Gerardo Diego (1896-1987) fue el único poeta del Grupo que participó de forma declarada en las filas de uno de los ismos, el creacionismo (Manual de espumas, 1918-1922), pero su obra también se orienta hacia los clásicos y el verso tradicional (Alondra de sonetos, 1941), siendo un magnífico ejemplo de la mezcla de vanguardia y tradición tan característica de la Generación del 27. |
El ciprés de Silosa Ángel del Río. Enhiesto surtidor de sombra y sueño Mástil de soledad, prodigio isleño; Cuando te vi, señero, dulce, firme, como tú, negra torre de arduos filos, Versos humanos (1919-1924). |
Emilio Prados (1899-1962) ejemplifica los sucesivos pasos seguidos por los poetas de su Generación: comienzos populares y de influencia de Juan Ramón, etapa surrealista, época militante de poesía política durante la guerra (Cancionero menor para los combatientes, 1936-1937) y, finalmente, poesía del exilio más reconcentrada y presa de nostalgia de España (Jardín cerrado, 1940-1946). Editó, junto con Manuel Altolaguirre, del que fue íntimo amigo, la revista malagueña Litoral, en la que publicarían los poetas del Grupo y que también sacaría a luz distintos libros de los poetas que estamos estudiando. Manuel Altolaguirre (1905-1959) es también considerado, como Prados, uno de los poetas menores de la Generación del 27, posiblemente por la enorme altura de Lorca, Alberti, Cernuda, etc., no por la falta de calidad de su poesía. Su obra es cordial y alegre, no tan al día de novedades como las de los otros poetas del Grupo, pero de gran calidez (Las islas invitadas, 1926-1946). Destacó como tipógrafo, impresor y editor de Litoral en colaboración con Prados. |
Dámaso Alonso (1898-1990) es un caso único dentro de la Generación del 27, a la que pertenece por edad y formación poética, si bien lo más trascendente de su producción llega acabada la guerra civil, con un libro que marcará el futuro de la poesía española de posguerra, Hijos de la ira (1944). Su labor hasta entonces, y aun habiendo publicado algunos títulos (Poemas puros, poemillas de la ciudad, 1918-1921), fue la de un soberbio investigador de la lengua literaria de la poesía española de todos los tiempos (fue el inspirador del centenario de Góngora en 1927), de la evolución de la lengua literaria, de la Estilística y autor de extraordinarios ensayos sobre distintos poetas clásicos. Fue ésta una labor que no abandonaría nunca, que desarrolló en numerosas universidades españolas y de Estados Unidos e Inglaterra y por la que bastaría para tener un sitio en nuestra historia literaria. Hijos de la ira revolucionó el pobre ambiente literario de posguerra, pues tradujo como nadie la angustia de sentirse hombre en medio de la crueldad y la barbarie de la época que le tocó vivir, y sus versículos (que son la técnica preferida por el poeta para este libro) desnudan al hombre para dejarlo únicamente con la angustia de sentirse vivo... pero solo y en medio del caos y la soledad. |
InsomnioMadrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). Hijos de la ira, 1944. |
Vicente Aleixandre (1898-1984) es la mayor figura del surrealismo del Grupo del 27 aunque siempre, como es característico sea la cuestión que sea de la que hablemos entre estos autores, es personalísimo en su empleo. Sus primeros libros —Ámbito (1924-1927), Espadas como labios (1930-1931)— muestran un poeta hondamente angustiado por su condición humana, que no encuentra en el mundo más que un lugar lúgubre y triste, desequilibrado. Esta etapa se cierra con dos de sus grandes obras maestras, La destrucción o el amor (1932-1933) y Sombra del Paraíso (1939-1943). Las imágenes oníricas de corte surrealista son la clave del lenguaje poético de estos libros y el versículo es el metro más empleado. Su lectura no es fácil, y requiere del lector un esfuerzo constante de comprensión, al que en ocasiones hay que renunciar para disfrutar, simplemente, del magnífico lenguaje literario y de las bellísimas metáforas. |
Silencio Bajo el sollozo un jardín no mojado. Espadas como labios (1932). |
Rafael Alberti (1902-1999) ha sido el ejemplo más claro de la simbiosis entre vocación poética y compromiso político entre sus compañeros de Generación. Junto a ello, tuvo un inmenso talento literario del que hizo gala recorriendo todos los caminos poéticos de los años veinte y treinta del siglo XX. Sus inicios destacan por la raíz popular y el influjo de las cancioncillas tradicionales (Marinero en tierra ,1924; La amante ,1925), en las que destacan el ambiente marinero de su infancia y los metros castellanos populares. A esta época sigue otra más vanguardista y barroca, de la que el libro Cal y canto (1926-1927) es el mejor ejemplo. Sin embargo, habrá que esperar un año para la publicación de su obra maestra, ejemplo extraordinario de evolución poética, Sobre los Ángeles (1928), plenamente insertado en la corriente surrealista. Se trata de un libro magistral, en el que las imágenes oníricas y delirantes se suceden sin perder nunca la referencia de unos seres misteriosos —los ángeles— que representan las más variadas angustias y frustraciones del poeta. Utiliza una métrica variada, aunque predomina el versículo, tan adecuado al lenguaje surrealista. |
Desahucio ángeles malos o buenos, Sola, De rondón, el viento hiere Humedad. Cadenas. Gritos. Te pregunto: Dímelo. |
Luis Cernuda (1902-1963) es quizás el poeta más alejado de la evolución del Grupo, si bien no ajeno totalmente a ella. Su condición homosexual, que no ocultó nunca y que le causó problemas y rechazos, así como un cierto carácter huraño, le dan a su poesía un tono austero, muy personal, más cercano al concepto que a la imagen, denso y amargo. Los metros empleados son generalmente cortos, pero a medida que su obra avanza y se personaliza tenderá, como otros compañeros de Generación, hacia el versículo. Sin embargo partió también de la poesía pura y de los clásicos, aunque no de Góngora, sino de Garcilaso (Perfil del aire, 1924-1927). Tras una estancia en París como lector rinde tributo al surrealismo en Un río, un amor (1929) y en Los placeres prohibidos (1931), uno de sus libros fundamentales. En 1934 publica otro magnífico libro, Donde habite el olvido, título tomado de un verso de Bécquer, otro de los autores que le influiría, como al resto de la Generación, enormemente. Tras Invocaciones (1934-1935) decide agrupar en 1936 toda su obra en un solo título, La realidad y el deseo, conceptos que engloban certeramente el carácter de la poesía de Cernuda, que crecerá aglutinando títulos hasta la muerte del poeta, y en la que el amor, frustrado o satisfecho, será eje decisivo. En el exilio desde 1938, ejerceró la docencia en distintas universidades, siguiendo el destino de sus colegas poetas. |
Yo fui. Columna ardiente, luna de primavera. Busqué lo que pensaba; Canté, subí, Como un golpe de viento He sido. Donde habite el olvido (1932-1934). |
Hemos dejado para el final al poeta más conocido y universal de la Generación del 27, Federico García Lorca (1898-1936). Es difícil escoger en qué faceta fue más audaz y novedoso, si como poeta o como dramaturgo, pero parece claro que, si bien en poesía siguió un camino personalísimo, fue en el teatro donde su huella aparece después de pisar terrenos que antes nadie había transitado. De carácter extravertido, solía ser el centro de atención de las reuniones de amigos, y su intensa actividad como conferenciante, intérprete de canciones populares al piano u organizador de veladas le granjearon la amistad y simpatía de los círculos que frecuentaba. Su temprana y dramática muerte al comienzo de la guerra civil -fue asesinado en agosto de 1936 por ser una reconocida figura cultural de la II República- ha acrecentado su leyenda, plenamente justificada sólo por la calidad de su obra. |
Sorpresa Muerto se quedó en la calle |
En los años siguientes Lorca cultivará sobre todo el teatro, y se entregará a proyectos de cultura popular que comentaremos más tarde. No obstante, en estos años escribe también Diván del Tamarit y, sobre todo, la impresionante elegía Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), con motivo de la muerte en el ruedo del torero que fue gran amigo de los poetas del 27, dividido en cuatro partes y de una gran belleza y emotividad. Su producción poética se cierra, que sepamos hasta la fecha, con los Sonetos del amor oscuro (1935-1936), no publicados hasta hace algunos años, de soberbia técnica, y en los que el poeta sufre enormemente por un amor no correspondido. La segunda faceta en la que Lorca mostró sus dotes excepcionales como creador fue en el teatro. Su trayectoria como dramaturgo corre pareja a la que siguió como poeta, y las mismas pasiones y temas que animan su poesía laten en su teatro: el dolor de vivir, las frustraciones, el ansia insatisfecha de amar, la falsedad de las convenciones sociales o el apoyo sin fisuras a los marginados sociales y a los seres desvalidos. Quizá por estas últimas razones las protagonistas de sus dramas son preferentemente mujeres, siempre en la disyuntiva de luchar por la vida y el amor o doblegarse rendidas. Sus heroínas, inolvidables, elegirán lo primero y su destino será, inevitablemente, la tragedia o el drama. |
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Miguel Hernández, puente entre generaciones Miguel Hernández (1910—1942) cierra el ciclo prodigioso de poetas del 27, sirve de epígono a la Generación —como apuntó Dámaso Alonso— y, aunque no está en su nómina, se le suele contemplar como puente imprescindible con los poetas de la Generación del 36, entre los que en ocasiones es incluido. |
Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla, donde yo no me hallo no se halla hombre más apenado que ninguno. Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno. Cardos y penas llevo por corona, cardos y penas siembran sus leopardos y no me dejan bueno hueso alguno. No podrá con la pena mi persona rodeada de penas y cardos: ¡cuánto penar para morirse uno! El rayo que no cesa (1936). |
1.- Fíjate en este caligrama de Guillermo de Torre de su libro Hélices (1923). Intenta realizar tú otro tomando como motivo geométrico o de dibujo cualquier objeto tecnológico característico del siglo XX (una bombilla, un fotograma de cine, un avión, etc.). Recuerda características de esta literatura para el ejercicio: el arte es un juego, la metáfora es la figura predilecta, las interpretaciones del texto son arbitrarias, la disposición tipográfica es libre y las frases pueden seguir líneas curvas en los caligramas, etc. |
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2.- Las greguerías de Ramón Gómez de la Serna siempre nos sorprenden con sus hallazgos sugerentes. Así, la luminosidad y brillantez de experimentar el sentimiento de encontrarse feliz se halla en la base de la greguería Si vais a la felicidad llevad sombrilla. Siguiendo este ejemplo intenta explicar las siguientes greguerías: Los botones flojos son llantos de botones.
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3.- Lee atentamente el siguiente texto de Rafael Alberti: Si mi voz muriera en tierra, a.- ¿A qué libro de Rafael Alberti, por la temática y la métrica, puede pertenecer el texto? |
4.- El estilo de Federico García es inconfundible, tanto en sus temas como en el ambiente que suele rodear su poesía. Fíjate en el siguiente texto del Romancero gitano que narra y plasma la muerte de Antoñito el Camborio a manos de sus primos, los Heredia: Voces de muerte sonaron |
a.- ¿Qué versos enmarcan el poema y sirven para ambientar la escena? 5.- Después de haber leído el tema, ¿qué crees que tiene más peso en la poética del 27: la tradición o la modernidad? ¿O ambas? Argumenta tu respuesta y justifícala citando autores, temas, etc. |
Anécdotas de una Generación Cercana la fecha en que los miembros de la Generación del 27 pensaban celebrar el centenario de Luis de Góngora, no contaba el gran poeta cordobés con las simpatías de los críticos e historiadores de la literatura de entonces, entre los que destacaba, por su combatividad y ácidas críticas, don Luis Astrana Marín, autor de una monumental edición del Quijote. Tampoco el ilustre investigador se había destacado por su simpatía hacia los nuevos poetas, que le tenían en su punto de mira literario. Así lo cuenta Rafael Alberti en La arboleda perdida, un soberbio libro de memorias: Por la noche —día 23 de mayo [de 1927]— hubo juegos de agua contra las paredes de la Real Academia. Indelebles guirnaldas de ácido úrico las decoraron de amarillo. (...) El señor Astrana Marín, crítico que diariamente atacaba a don Luis [de Góngora], descargando de paso toda su furia contra nosotros, recibió su merecido, mandándole a su casa (...) una hermosa corona de alfalfa entretejida de cuatro herraduras. Recuerda también Alberti el comienzo de una décima, cuyo autor fue Dámaso Alonso, que acompañaba al delicado regalo:Mi señor don Luis Astrana, miserable criticastro, tú que comienzas en astro para terminar en rana... |
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Esta actitud irreverente sería una constante en todos los miembros del Grupo del 27, y se mostraría especialmente en la faceta teatral de Lorca y de Alberti. Así, en el estreno de Fermín Galán de Alberti (1930), el teatro se convirtió en campo de batalla de monárquicos y republicanos: El primer acto pasó bien, pero cuando en el segundo apareció el cuadro en el que tuve la peregrina idea de sacar a la Virgen con fusil y bayoneta calada (...), el teatro entero protestó violentamente: los republicanos ateos porque nada querían con la Virgen, y los monárquicos por parecerles espantosos (...) aquella madre de Dios que yo me había inventado. La representación tuvo que interrumpirse, y bajar un telón metálico contra incendios para evitar males mayores a los actores. Al cabo de unos días, una dama de aspecto aristocrático abordó a Margarita Xirgu, la actriz protagonista de la obra: -¿Es usted Margarita Xirgu? —Y antes de que la actriz pudiera responderle-: ¡Tome! ¡Por lo de Fermín Galán! —le dijo dándole una bofetada y desapareciendo a la carrera. Y es que la profesión de actor siempre ha sido arriesgada... |
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