Lunes, 30 Diciembre 2024
MONOGRÁFICO: Presentaciones efectivas - Consejos y técnicas básicas para hablar en público PDF Imprimir Correo
CAJON DE SASTRE - Cajon de sastre
Escrito por Ivan Basart   
Jueves, 01 de Enero de 2009 00:00
Indice del artículo
MONOGRÁFICO: Presentaciones efectivas
Presentaciones efectivas en el ámbito educativo
Creación de presentaciones efectivas
Consejos y técnicas básicas para hablar en público
Conectando con la audiencia
El proceso de mejorar y compartir las presentaciones
Todas las páginas

Consejos y técnicas básicas para hablar en público

Una vez habéis decidido apostar por hacer una presentación efectiva y la habéis preparado y ensayado concienzudamente, llega la hora de la verdad: exponerla en público.

El hecho de plantear la presentación pensando más en la audiencia que en nosotros mismos, así como el haber aplicado los criterios de simplicidad, complemento visual o concreción, entre otros, nos va a ayudar en gran medida cuando la expongamos públicamente.

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Fotografía de lanuiop;@flickr


Es el momento en el que mostraremos el contenido de nuestro trabajo pero cuidando bien la forma en la que se expone. No nos limitaremos a enumerar una colección de hechos y datos, también aportaremos un componente emocional, contando una o más historias relacionadas, demostrando cuánto nos importa y nos apasiona el tema en cuestión, esperando contagiar a nuestra audiencia, interactuando con ella…

 

Veamos pues algunos aspectos importantes a tener en cuenta en esta fase. Vosotros decidiréis los que os parezcan más relevantes y tampoco es necesario aplicarlos todos de golpe. En cualquier caso, nunca forcéis vuestra manera de ser. Sed vosotros mismos. Siempre.

Por tanto, adaptad estos consejos y técnicas a vuestra personalidad. No intentéis imitar a alguien que no tiene vuestro estilo, como mucho, adaptad lo que os gustó de esa persona a vuestra forma de actuar.

Una de las ideas importantes a recordar, y por eso la repetimos a menudo, es que son las personas las que presentan algo, no el fichero con las diapositivas. Parece una obviedad pero no todo el mundo lo tiene tan claro. Hemos asistido a demasiadas presentaciones donde el centro de atención era la pantalla mostrando las diapositivas realizadas por el supuesto orador (quizá deberíamos llamarle recitador o lector en estos casos).

Planteémonos pues la siguiente pregunta: ¿qué irá a ver el público en una presentación?

·        ¿Una pantalla?

·        ¿Unas diapositivas hechas con PowerPoint o Impress…?

·        ¿O a una persona que puede usar lo anterior como complemento pero que es irremplazable expresándose a su manera, transmitiendo emociones, etc?

De hecho, en un caso extremo, deberíamos ser capaces de exponer lo que sea sin ayuda de ningún proyector ni ordenador, sólo la persona en el escenario. Bueno, lo de “sólo” es relativo ya que contamos con la voz, la mirada, los gestos y los movimientos. Todas ellas poderosas armas de comunicación eficaz que, usadas como es debido, tendrán un efecto positivo en nuestro discurso.

A modo de ejemplo, podéis ver y gozar con la presentación “" target=_blank>Do schools kill creativity” (¿Mata la escuela la creatividad?) de Sir Ken Robinson, que tiene en vilo a todo el público con sus historias, sus toques refinados de humor y la contundencia de sus palabras sobre como despilfarramos las capacidades creativas de los niños en la escuela. No necesita nada más, debe ser de los pocos que han dado charlas en TED, tal vez el único, que no utiliza proyector ni presentación tipo PowerPoint alguna. Altamente recomendable.

La voz

¿Recordáis un anuncio de TV en el que aparecía un profesor en clase, con una pizarra de fondo diciendo la siguiente frase?

“Las rocas metamórficas, comúnmente denominadas cornubianitas… Gutiérrez, que le veo…”

Si os ha venido a la memoria, seguramente habréis oído en vuestra cabeza el tono que utilizaba este docente: monótono y aburrido, sin variación alguna. Una exageración de lo que en realidad hacemos demasiado a menudo cuando hablamos en público.

Pero antes de entrar en cómo variar la voz hay algo más prioritario: que se nos oiga y se nos entienda bien. Veamos qué podemos hacer para lograrlo.

1.      Nuestra voz debe ser audible para todos los asistentes

Imaginad que ha venido como público un amigo vuestro que es duro de oído y se ha sentado en las últimas filas. Durante la presentación, pensad en él de vez en cuando y proyectad la voz hacia ese supuesto personaje.

A partir de ciertas dimensiones o cantidad de público es mejor utilizar un micrófono con salida amplificada por altavoces. Averiguad de antemano si dispondréis del equipo necesario o tendréis que traerlo por vuestra cuenta.

2.      Pronunciar y vocalizar bien

Con el punto anterior nos aseguramos que los asistentes nos oigan (percibir con el oído los sonidos) pero no que nos escuchen (prestar atención a lo que se oye). El siguiente artículo está dedicado a captar y mantener la atención de la audiencia. Sin embargo, por ahora nos centraremos tan sólo en que nuestra voz sea inteligible, que es el primer paso para que nos presten atención.

Esto implica pronunciar y vocalizar adecuadamente lo que decimos así como controlar la velocidad de nuestras palabras. Hay personas con tendencia a hablar muy deprisa y ello puede dificultar la comprensión en ciertos momentos. Por otro lado, hablando demasiado despacio la sensación es de tedio y aburrimiento.

Una técnica muy adecuada para trabajar y mejorar estos aspectos consiste en grabar nuestra voz en un ensayo o presentación. Posteriormente nos fijaremos en si vocalizamos correctamente, las muletillas usadas, los balbuceos, la claridad de lo dicho, etc, para poder rectificar para la próxima ocasión. Os sorprenderéis al descubrir un montón de aspectos de los que no erais plenamente conscientes.

Un programa que os resultará muy útil para grabaros es StepVoiceRecorder. Ocupa muy poco espacio en disco, es gratis y muy fácil de usar. Su ventaja principal es que graba el audio en formato MP3 y por tanto, el tamaño de los archivos será mucho menor que si usáramos la grabadora de Windows (formato WAV) que además, está limitada a grabar 60 segundos como mucho.

3.      Proyectar la voz en todas direcciones, no sólo frontalmente

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Cuando hablamos en público, tenemos cierta tendencia a dirigirnos siempre a un mismo sector, normalmente el frontal. Evidentemente debemos proyectar nuestra voz hacia esa parte de la audiencia pero también hay que hacerlo hacia los lados, tres cuartos a la derecha y tres cuartos a la izquierda, creando una especie de abanico de sonidos audibles que abarca a todo el público.

Presentador proyectando la voz en todas direcciones

Una vez estamos seguros de que nuestra voz es bien audible e inteligible para todos los asistentes, podemos centrarnos en otros aspectos para lograr mayor atención a lo que decimos. Estos son los aspectos primordiales para conseguirlo:

1.      Estilo coloquial

Ocurre a menudo que, a la hora de hablar en público, se utiliza un tono de voz más bien rígido e impersonal y se usa un lenguaje demasiado serio y formal e incluso sofisticado en ciertos momentos. Este estilo de “conferenciante” resulta muy cansino para el público ya que no es el que escuchamos habitualmente en nuestro día a día.

Es más recomendable utilizar un estilo coloquial, como si le estuviéramos hablando directamente a un amigo nuestro, manteniendo cierta formalidad, eso sí. El resultado es más natural y menos forzado, pero sobre todo, más agradecido por parte de la gente que lo escucha.

¿Cómo lograr un estilo coloquial para nuestra presentación? Podemos ensayar diciendo en voz alta el contenido y escribirlo después. Sin embargo, tampoco es muy recomendable porque no es una buena idea memorizar todo un texto. La solución ideal puede ser decir en voz alta lo que convenga, escribir algunas frases y palabras clave relacionadas y utilizarlas como notas de conferencia si es necesario.

Durante la presentación, nos podemos dirigir a una persona concreta y hablarle directamente. Al cabo de un rato escogemos otro objetivo y hacemos lo mismo, y así sucesivamente, de esta forma nos resultará más sencillo usar el estilo coloquial.

2.      Variedad en la voz

El aliado principal de la monotonía y el aburrimiento consiste en no variar ningún parámetro de nuestra voz: ni el tono, ni el volumen, ni el ritmo de lo que decimos. Esto lo hacemos a menudo y no nos damos cuenta pero la atención de quien escucha decae rápidamente. Alterar uno o más de estos parámetros es algo que requiere su práctica para que no quede forzado pero resulta muy útil para captar la atención del público.

2.1 Inflexión de voz

Esta técnica es muy utilizada por los profesionales de TV o radio. Consiste en ir pasando de un tono a otro mientras hablamos creando frases más melodiosas. Un ejemplo típico consiste en empezar una frase en un tono más agudo y acabarla de modo más grave, dando sensación de conclusión.

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Fotografía de ninjapoodles;@flickr

La inflexión permite una mayor expresividad en nuestras palabras, dependiendo de cómo la usemos podremos expresar determinadas emociones: duda, determinismo, dulzura, enfado, ironía, etc.

Un ejercicio muy eficaz para entrenar la expresividad de la voz consiste en elegir una frase y grabarnos varias veces, tratando de decirla cada vez con una entonación que exprese un matiz diferente. A modo de ejemplo, la frase “El 72% de las mujeres en Japón trabaja a tiempo parcial” puede decirse:

·        De forma dura y tajante, con cierto enfado.

·        Con vacilación, como si nos sorprendiera la estadística enunciada.

·        Enfatizando “72%”, es decir, el dato cuantitativo.

·        Enfatizando “las mujeres”, hacemos hincapié en el género.

·        Enfatizando “Japón”, no España, Francia o Estados Unidos…

·        Enfatizando “tiempo parcial”, no jornada completa.

2. 2 Volumen y cambios de ritmo

Otra poderosa arma para captar la atención consiste en variar de forma notoria el volumen de nuestras palabras. De nuevo, puede resultar complicado aplicarlo en directo si no se ha practicado con anterioridad. Una vez más, programas como StepVoiceRecorder nos pueden ser muy útiles para ensayar y analizar las grabaciones realizadas.

También resultan prácticos los cambios de ritmo del discurso. Si estábamos hablando más o menos deprisa podemos hacer una pausa un poco larga y continuar con una frase mucho más despacio.

Todas estas técnicas pueden ser utilizadas en determinados momentos para crear contrastes en nuestra presentación que llamen la atención. Como es lógico, si se abusa de ellas se obtiene el efecto contrario, desaparece el contraste y resultan cansinas.

La mirada

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Fotografía de paleontour;@flicker


El contacto visual con el público debe mantenerse durante toda la presentación. Hay que evitar a toda costa darle la espalda porque estamos mirando a la pantalla de proyección, o por cualquier otro motivo.

 

Es importante mirar a toda la audiencia, no sólo a un sector concreto y crear un abanico de miradas (parecido al abanico de sonidos citado anteriormente). Juan Tamariz comenta en su libro “Los cinco puntos mágicos” su idea de los “hilos imaginarios”. Cada vez que miras a un espectador se crea un hilo tensado entre tú y él. Si no le miras, el hilo se destensa. Si vuelves a fijar la vista en él, se tensa de nuevo. Si pasa demasiado tiempo sin contacto visual, el hilo se rompe. Se trata de lograr la máxima cantidad de hilos tensados entre tú y el público y ello implica que tienes que ir mirando a todos los asistentes de forma periódica.

Cuando estés presentando, no mires a la pared del fondo, mira a los ojos de los asistentes con suavidad, sin agresividad. Se sentirán mucho más implicados y conectados con lo que estás contando.

El espacio y el movimiento

Estos son aspectos que no se tienen muy en cuenta cuando se hace una presentación:

1.      Cómo nos movemos

2.      Cómo utilizamos el espacio disponible

En resumen, se trata de movernos por el escenario de forma intencionada en vez de deambular de aquí para allá o movernos nerviosamente. Hay varias formas de hacerlo:

1.      Exponer el aspecto clave de la presentación desde el punto central del escenario:

Cerca del público y en el centro a ser posible.


2. Situarse en el escenario teniendo en cuenta la estructura de la presentación:

Si tiene tres partes, la primera expuesta en la parte izquierda del público, la segunda en el centro y la última en la derecha.


3. Usar el escenario como línea de tiempo:

Moverse igual que antes pero para exponer: en el pasado, ahora y en el futuro.


4. Comentar las ventajas e inconvenientes como en un debate:

Tomar una posición para citar los pros y otra para los contras. También puede usarse para interpretar dos roles o personajes distintos argumentando algo.


5. Reflejar físicamente los distintos puntos de vista:

En los lados citar puntos de vista extremos y en el centro uno moderado.


6. Asignar a cada opción un punto espacial:

Lado izquierdo: opción 1, centro: opción 2 y lado derecho: opción 3.


7. Utilizar una determinada área para contar una historia concreta:

Buscar un espacio reducido para contar una historia que conmueva al público y moverse dentro de ese espacio.

Dentro de esta área se puede utilizar la cuarta técnica explicada e interpretar dos personajes distintos desde posiciones separadas.


8. Acercarse al público para enfatizar algo:

Incluso muy cerca, para no intimidar se puede mirar a otras personas más lejanas. " target=_blank>Benjamin Zander es un gran presentador que explota mucho este recurso.

9. Moverse adecuadamente al usar y mostrar las diapositivas:

 

 

Siempre que sea posible, es mejor situar la pantalla a un lado y así mantenemos el punto central para lo más importante. Hay que evitar tapar con nuestro cuerpo las diapositivas.

También hay que saber anteponerse o apartarse dependiendo de si queremos centrar la atención en nosotros o en la pantalla.

En conclusión, si nos movemos por el escenario con unas intenciones concretas, relacionadas con la estructura o discurso de nuestra presentación, reforzaremos aún más la solidez y coherencia de nuestro discurso.

Si por el contrario preferís adoptar una posición más estática, procurad mantener una actitud relajada y evitad la rigidez del cuerpo, compensando la falta de movilidad gesticulando mientras habláis y haciendo leves giros para dirigiros a todas las partes del público.

 



 

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