La Rusia zarista
Al empezar el siglo XX, Rusia era un país atrasado económica y socialmente. La mayoría de la población está constituida por campesinos pobres y en los escasos núcleos industrializados los obreros viven en penosas condiciones. Le sigue una clase media de propietarios rurales (kulaks) y profesiones liberales, y por encima una burguesía enriquecida por la explotación minera e industrial y una minoría de aristócratas latifundistas.
El sistema político es la autocracia zarista. El poder lo ocupaba el zar Nicolás II, de la dinastía Romanov, hombre de personalidad débil. Para facilitar el dominio sobre un país tan grande y con un sistema social tan injusto, la religión cristiana ortodoxa predicaba la sumisión al zar y la resignación.
En 1905 -después de la derrota sufrida frente a los japoneses- hubo un intento de revolución. El descontento social se manifestó con huelgas, protestas y rebeliones militares. Aparecen ya los primeros soviets o consejos. El zar, asustado, hizo concesiones políticas como la formación de un Parlamento: la Duma.
En cuanto pudo organizar un ejército y recuperar su poder dictatorial, anuló las promesas de libertad y aplastó a los soviets. La revolución había fracasado. Pero la oposición al régimen zarista continuó creciendo, dividida en varias tendencias: los liberales de origen burgués, los socialrevolucionarios y el Partido Socialdemócrata (de carácter marxista y dividido, a su vez, en mencheviques y bolcheviques). |