TOMÁS DE AQUINO (1225-1274)
        
Santo Tomás de Aquino nació en el castillo de Rocaseca, cerca de  Aquino, en el año 1225, en el seno de una numerosa y noble familia  italiana. Su padre, Landolfo, descendiente a su vez de los condes de  Aquino, estaba emparentado con el emperador Federico II y era señor de  Rocaseca. Su madre, Teodora, era hija de los condes de Taete y Chieti.  El matrimonio tuvo doce hijos, siete varones y cinco mujeres. Tomás era  el más pequeño de los hijos varones. 
       Cuando tenía cinco años entró como oblato en el  Monasterio de Montecasino, del que era abad Landulfo Sinabaldi,  pariente de la familia, y allí permaneció nueve años, durante los  cuales aprendió las primeras letras, la gramática latina y la italiana,  música, poesía, moral y religión. El ambiente religioso en que vivía  despertó en Tomás una gran curiosidad por las cosas divinas. Así,  preguntaba con frecuencia a sus maestros: "quid est Deus?" (¿qué es  Dios?). 
      En 1239 Federico II se apoderó de Montecasino, decretó  la expulsión de los monjes y convirtió el monasterio en fortaleza.  Tomás de Aquino tuvo que abandonar el monasterio, y fue enviado a  continuar sus estudios a la Universidad de Nápoles, que había sido  fundada por el mismo Federido II el año 1224. Allí estudió el trivio  con Pedro Martín de Dacia, y el quadrivio con Pedro de Hibernia.  Durante sus estudios conoció a los dominicos de un convento de Nápoles  y, tras la muerte de su padre (1243), pidió en 1244 el ingreso en la  Orden como novicio. Tenía entonces casi diecinueve años. La decisión no  fue del agrado de su familia, especialmente de su madre, quien hubiera  preferido que Sto. Tomás sucediera a su tío al frente de la abadía de  Montecasino. Por consiguiente, en cuanto tuvo noticia de las  intenciones de su hijo, Teodora se dirigió a Nápoles para traerse con  ella al joven novicio. 
       Pero sus superiores ya habían enviado a Tomás al  Convento de Santa Sabina de Roma. Al no encontrar a su hijo ni en  Nápoles ni en Roma, y enterada de que Tomás se iba a dirigir a Bolonia  para participar en un capítulo general de la orden, y que  posteriormente sería enviado a París para continuar sus estudios, mandó  aviso a los hermanos de Tomás (que se encontraban en Toscana al  servicio de Federico II) para que lo apresasen y llevasen a Rocaseca.  Así lo hicieron: Tomás fue raptado por sus hermanos y retenido durante  más de un año en el castillo familiar de Rocaseca, con la intención de  disuadirlo de su ingreso definitivo en la orden de los dominicos.  Querían hacerle abandonar la vida de religioso mendicante que había  elegido, pero no lograron hacerle cambiar de idea. 
       A finales de 1245 se fugó de Rocaseca (descolgándose por una ventana) y regresó a Nápoles para terminar su noviciado. 
      Posteriormente fue enviado a París, probablemente en  el verano de 1245, donde permaneció hasta 1248, estudiando bajo la  dirección de Alberto Magno y ganándose rápidamente la confianza de su  maestro, quien se sintió atraído por las grandes posibilidades  intelectuales de su discípulo. En 1248 acompañó a Alberto hasta  Colonia, donde acababa de abrirse un nuevo Estudio General de la Orden,  del que había sido nombrado regente su maestro. En Colonia prosiguió  sus estudios hasta terminarlos en 1251, año en el que fue ordenado  sacerdote. A esta etapa de sus estudios en Colonia corresponde la  anécdota del apodo que le pusieron algunos de sus con discípulos. Le  llamaban el buey mudo de Sicilia, dada su gran estatura y corpulencia,  silencio y concentración. 
       Tomás de Aquino comenzó su labor como profesor en  Colonia bajo la dirección de Alberto magno, pero allí ejerció la  docencia por poco tiempo, ya que en 1252 fue nombrado para regentar la  cátedra de extranjeros que tenían los dominicos en su Estudio General  de Santiago, adscrito a la Universidad de París. 
      Primero impartió clases como Bachiller bíblico  (1252-1253) y después como Bachiller sentenciario (1254-1255). A este  segundo período corresponden sus comentarios sobre las sentencias de  Pedro Lombardo. 
      En febrero de 1256 recibió la licentia docendi, que le  habilitaba para ejercer como maestro in sacra pagina, es decir, enseñar  en la Facultad de Teología. 
      A pesar de las turbulencias que agitaban por aquellos años la  Universidad de París, su enseñanza, durante tres años seguidos  (1256-1259), y su actividad de escritor, fueron de una extraordinaria  fecundidad. En 1259 abandona la Universidad de París para volver a  Italia, donde permaneció hasta 1268, con el encargo de enseñar teología  en la Corte pontificia. Tomás de Aquino acompañaba a la corte  pontificia, en sus diferentes y sucesivas residencias, como profesor de  su Estudio General y como teólogo-consultor del Papa. Así pues, a lo  largo de estos años residió en varias ciudades italianas, como Anagni  (1259-1261), Orvieto (1262-1265), Roma (1265-1267) y Viterbo  (1267-1268), siendo invitado a dar conferencias en las universidades de  Nápoles y Bolonia.
      
 En esta época conoce, entre otros personajes  ilustres, a Guillermo de Moerbeke, el famoso helenista traductor de las  obras de Aristóteles, quien puso a su disposición varias de sus  traducciones. Entre dichas traducciones se encontraban algunas que  estaban prohibidas en la época (De Anima, De Sensu et Sensato y De  Memoria et Reminiscentia) y que Sto. Tomás comentará, junto con otras  obras de Aristóteles como la Física y la Metafísica o la Ética a  Nicómaco.
      Contra la costumbre de que un maestro no solía repetir  su enseñanza en el mismo lugar, en 1269 regresa a París. Impartió su  magisterio hasta 1272, en medio de numerosas polémicas provocadas tanto  por los ataques contra y entre las órdenes religiosas, como por las  controversias suscitadas por los averroistas latinos, quienes,  encabezados por Siger de Brabante, habían copado la facultad de Artes  (filosofía) modificando sustancialmente las enseñanzas aristotélicas  que San Alberto y el mismo Sto. Tomás habían anteriormente introducido  en dicha facultad. Gozó de la gran estimación de sus discípulos y de un  enorme prestigio. 
      Después de una polémica actividad, regresa  definitivamente a Italia en 1272 y enseña en la Universidad de Nápoles  hasta 1273. Estaba entonces terminando de redactar la Suma teológica.  El seis de diciembre de ese año, durante la celebración de la misa, fue  arrebatado por una experiencia mística que le absorbió por completo.  Quedó como fuera de sí y, a partir de entonces, no volvió a escribir.  Su compañero Reginaldo de Priverno le insistía para que terminara la  Suma, a la que le faltaba ya muy poco; pero Tomás de Aquino siempre  contestaba lo mismo: "No puedo". Se le mandó que tomase un descanso,  pero no se reponía. Reginaldo volvió a insistirle: "Dígame, por amor de  Dios, por qué no puede", y entonces fue cuando le contestó: "Después de  lo que el Señor se dignó revelarme el día de San Nicolás, me parece  paja todo cuanto he escrito en mi vida, y por eso no puedo escribir ya  más". 
       Murió el 7 de marzo de 1274 en la Abadía de  Fossanova, cuando se dirigía, por orden del Papa Gregorio X, a tomar  parte en el Concilio de Lyon. Numerosos milagros atestiguaron su  santidad. Los monjes de Fossanova querían a toda costa quedarse con sus  sagrados restos, pero Urbano V ordenó que el cuerpo fuera entregado a  sus hermanos Dominicos, siendo trasladado solemnemente a la Iglesia  Dominica de Toulouse (Francia), el 28 de enero de 1369. La magnífica  capilla erigida en 1628 fue destruida durante la Revolución Francesa.  Actualmente sus restos reposan en la Iglesia de los Jacobinos de  Toulouse.
      Fue canonizado por Juan XXII, el 18 de julio de 1323.  San Pío V proclamó a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la  Encíclica "Aeterni Patris", del 4 de agosto de 1879 sobre la  restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró "príncipe  y maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo pontífice,  mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas  las universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo una  Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas las  universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo