AGUSTÍN DE HIPONA (354-430 a.C.).
        
Agustín de Hipona nació en Tagaste (hoy Souk-Ahras, en Argelia) en el  año 354. Su padre, Patricio, era pagano y ejercía un cargo municipal en  la pequeña ciudad; su madre, Mónica (luego, santa Mónica) era una  ferviente cristiana que educó a su hijo como cristiano, aunque su  bautismo fue diferido de acuerdo con una común costumbre de la época.  No consta con certeza, pero parece probable que corriese sangre númida  por sus venas. En todo caso, Agustín parece ser ciertamente romanizado,  pero profunda y auténticamente africano.
      Estudió las primeras letras y la gramática en Tagaste  y Madaura. En Cartago, hacia los 17 años de edad, a la vez que asistía  a la escuela de retórica, se entregó a la vida disipada para la que  ofrecía ocasiones la gran ciudad cosmopolita. Ya en su adolescencia se  unió a la mujer que había de darle un hijo, Adeodato, y a la que se  mantuvo unido durante muchos años. 
      A este período de estudios de Cartago corresponde el  primer despertar de su espíritu filosófico causado por la lectura del  Hortensius, diálogo de Cicerón que conocemos fragmentariamente, y en el  que Agustín descubrió el concepto de filosofía como búsqueda de la  verdad que puede hacer feliz al hombre.
      Buscando la verdad en los Libros Sagrados los encontró  pobres de estilo. El maniqueísmo, a la vez que parecía resolverle el  problema del mal, se presentaba como una doctrina puramente racional  que no exigía fe sino que ofrecía demostración.
      Durante nueve años (374.383) fue afiliado a la secta.  Al desilusionarse de la sabiduría de los maniqueos se orientó hacia el  escepticismo de los académicos, a la vez que continuaba imbuido de las  concepciones materialistas recibidas de su período maniqueo.
      Después de haber sido profesor de retórica en Cartago  y en Roma, se dirigió a Milán, en donde la influencia de san Ambrosio  comenzó a liberarle de sus prejuicios contra la doctrina cristiana. A  la vez que llegaron a sus manos "los libros de los platónicos",  probablemente algunos textos de las Enéadas de Plotino, a los que san  Agustín debió la liberación de su materialismo, el descubrimiento de lo  inteligible y espiritual. Su conversión al cristianismo siguió a un  período de violenta lucha en el plano moral, experiencia que describe  en sus Confesiones.
      En Cartago había escrito su primera obra en prosa,  sobre De pulchro et apto. En su retiro de Casicíaco, después de su  conversión pero antes de su bautismo, escribió las Reflexiones en que  la filosofía neoplatónica sirve de instrumento a su fe cristiana, que  se expresan en sus obras Contra Academicos, De beata vita, De ordine, y  a su regreso a Milán escribió los Soliloquia y De inmortalitate animae.
      Tras el abandono de la mujer con la que vivía desde  hacía catorce años y la decisión de abandonar la cátedra de profesor de  retórica (386), recibió el bautismo probablemente en el año 387. A  partir de este acontecimiento, intensificó su labor intelectual.  Después del fallecimiento de su madre, escribió en Roma: De quantitate  animae, y las obras antimaniqueas De moribus Ecclesiae catholicae y De  moribus Manichaerum, así como De libero arbitrio.
      Habiendo regresado a África en el 388, estableció en  Tagaste una comunidad monástica y, en estos años, escribió De Genesi  contra Manichaeos, De Magistro y De vera religione, y concluyó su  tratado de música iniciado en Milán. 
      San Agustín fue ordenado como presbítero en 391 por el  obispo de Hipona, aunque personalmente no aspiraba entonces al  sacerdocio. Se estableció en Hipona donde fundó un monasterio y  continuó su controversia contra los maniqueos en sus obras De utilitate  credendi, De duabus animabus, Disputatio contra Portunatum, De fide et  simbolo, De Genesi ad literam, e inició su polémica contra los  donatistas, secta cismática que apelaba a la tradición rigorista del  cristianismo africano contra la universalidad de la Iglesia católica,  en su Psalmus contra partem Donati. También escribió sus Expositiones  sobre las epístolas a los Romanos y a los Gálatas, la polémica obra  Contra Adimantum manichaeum, y el tratado De diversis quaestionibus. 
      Primero fue obispo auxiliar de Hipona (hoy Annaba, en  Argelia) y, a partir del año 396, titular de la sede. Como obispo, san  Agustín continuó su combate contra los donatistas y su polémica  antimaniquea (Contra Faustum Manichaecum), a la vez que trabajó en sus  Confessiones (publicada hacia el año 400), en sus libros De doctrina  christiana (que concluyó años más tarde), en su obra De diversis  quaestionibus ad Simplicianum. Hacia el año 400 empezó la redacción de  sus grandes tratados: De Trinitate (terminado en 417) y De Genesi ad  litteram, cuyos doce tratados concluyó hacia el año 415.. 
      Sin abandonar la polémica antidonatista, hacia el año  411 inició su tarea antipelagiana en sus obras De peccatorum meritis et  remissione, De baptismo parvulorum ad Marcellinum, De spiritu et  litera, De fide et operibus, De natura et gratia contra Pelagium, De  perfectione iustitiae hominis. 
      Ante la entrada de los bárbaros en Roma conducidos por  Alarico, san Agustín inició su obra de apologética y teología de la  historia titulada De Civitate Dei, a la vez que seguía trabajando en  cuestiones de exégesis en su In Ioannis Evangelium, y compone sus  Enarrationes in Psalmos, y continuaba su polémica antipelagiana en De  Gratia Christi et peccato originali (418) e intervenía en la querella  contra el priscilianismo, suscitado en Galicia por el obispo  Prisciliano en un escrito dirigido Ad Orosium contra priscilianistas et  origenistas. 
      El pensamiento de san Agustín contra los pelagianos  había de expresarse todavía con mayor madurez y plenitud en las obras  de su última época: De nuptiis et concupiscentia, Contra duas epistolas  pelagianorum, Contra adversarium legis et prophet., Contra Iulianum, De  gratia et libero arbitrio, De correptione et gratia, De  praedestinatione sanctorum, De dono perseverantiae.
      Las cartas y sermones de san Agustín ofrecen también  interés no sólo biográfico sino doctrinal, y se extienden a lo largo de  toda su vida y de su actividad como sacerdote y obispo. Sus  Retractationmu libri duo (426-437) son importantes no sólo para la  cronología de sus obras, sino por algunos datos esenciales que aportan  sobre la evolución en su actitud y pensamiento. En el año 436 había  completado los 22 libros De Civitate Dei en que se daba testimonio,  desde una perspectiva providencialista, del fin del mundo antiguo.
      San Agustín murió el 28 de agosto de 430, al tiempo  que los vándalos sitiaban la ciudad de Hipona, en la que entraron ya  después de su muerte.