Barcelona

Algunas ciudades españolas presentan un elemento especialmente importante y definidor, que se desarrolla en el siglo XIX en algunas, y ya en pleno siglo XX, en otras. Se trata del ensanche, un amplio espacio urbano que se yuxtapone a la ciudad antigua, y se desarrolla de acuerdo con un plan preconcebido, caracterizado normalmente por la regularidad de las manzanas.

El más importante de todos estos proyectos es el Ensanche (Eixample) proyectado por Ildefons Cerdà en Barcelona en 1859, una de las más importantes contribuciones españolas al urbanismo: la ciudad derriba sus murallas (1854) y comienza una expansión que Cerdà diseñará en cuadrícula (con manzanas o illes), con grandes ejes viarios para un transporte rápido y masivo (como la Diagonal), una gran diversidad de uso de sus espacios y, sobre todo, concebidas para la comodidad de sus habitantes, con zonas verdes en cada manzana de edificios. La ciudad crecerá tan rápidamente que absorberá pueblos vecinos, hoy en día barrios de Barcelona, como Gràcia. Otros ensanches destacables se realizan en Madrid (barrio de Salamanca), Bilbao, San Sebastián o Terrassa.