"Sus majestades (…) habiendo adquirido la íntima convicción de que es necesario asegurar la marcha a adoptar por las potencias en sus relaciones mutuas sobre las verdades sublimes que nos enseña la eterna religión del Dios Salvador.
Declaran solemnemente que el presente acto no tiene por objeto más que manifestar a la faz del Universo su determinación inquebrantable de no tomar como regla de su conducta (…) más que los preceptos de esta religión santa, preceptos de justicia, de caridad y de paz, que lejos de ser aplicables únicamente a la vida privada, deben, por el contrario, influir directamente sobre las resoluciones de los príncipes y guiar todos sus pasos, como único medio de consolidar todas las instituciones humanas y remediar sus imperfecciones". |
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