La moral es un factum, un hecho. Un hecho ciertamente llamativo si tenemos en cuenta que
parece tener que darse doquiera que se encuentre una porción de humanidad. No existe ni
parece que haya existido nunca una sociedad en la que no se haya dado alguna suerte de
moral. No es concebible siquiera una sociedad humana en la que las acciones valgan moralmente
todas lo mismo, en la que sea indiferente, desde el punto de vista moral, que sea lo que se
haga.
A lo largo de la historia, los seres humanos han reflexionado de diferentes formas sobre
éste y otros rasgos de la moral, tratando de encontrar un mayor entendimiento de la misma.
Y las llamadas "teorías éticas" son justamente el resultado de esta reflexión.
En este afán por investigar el hecho de la moral, los filósofos han llegado a conclusiones
ciertamente muy diversas -a veces, incluso inconciliables- que han recogido en distintas
teorías de mayor o menor fama. Pero es importante subrayar que los autores de dichas teorías
nunca han pretendido establecer lo que había que hacer o cómo se debía actuar. Lo que han
pretendido es pensar -a fondo y en serio- acerca del hecho de que todos los seres humanos
del mundo, sean de donde sean, consideren que hay acciones que debemos realizar, por que
están bien, y acciones que debemos evitar, porque están mal. Su objetivo no ha sido
propiamente inventar o proponer una moral, sino explicar el hecho mismo de la moral y
encontrar, en la medida de lo posible, su fundamento.
En esta unidad didáctica vamos a ofrecer una síntesis de algunas de las teorías éticas
más célebres de la Antigüedad: el "intelectualismo moral" de Sócrates, el "relativismo
moral" de los sofistas, el "eudemonismo" de Aristóteles, el estoicismo y el "hedonismo"
de las escuelas cirenaica y epicúrea. Otras teorías éticas de la Antigüedad -también
importantes, pero que aquí no podremos estudiar- son las propias del
cinismo, del
escepticismo y del
neoplatonismo.
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