La diversidad cultural europea y los nacionalismos
Si observamos el mapa político de Europa y lo comparamos con el de otros continentes, la primera diferencia que vemos es la fragmentación en múltiples estados de un territorio relativamente pequeño a escala mundial. Este hecho es reflejo del mosaico cultural europeo. En nuestro continente coexisten múltiples lenguas, nacionalidades y religiones.
Desde el siglo XIX, el nacionalismo ha sido la ideología más poderosa en Europa. Esta ideología, en su variante más extrema, provocó el enfrentamiento entre las naciones europeas. El ejemplo más desolador fueron las dos guerras mundiales. Ambas nacieron como conflictos entre estados europeos, lo que algunos historiadores han denominado “guerras civiles europeas”.
La creación de la Unión Europa y con el ideal europeísta que la acompaña tuvo como principal objetivo desterrar el nacionalismo extremo en Europa y buscar la unidad política del continente. Hoy podemos afirmar que ha sido un éxito ya que, en la actualidad, es difícil para un joven español pensar en luchar y morir en una guerra contra jóvenes franceses, portugueses, británicos o alemanes.
Sin embargo, el peligro del nacionalismo sigue presente. Tras la caída del bloque soviético (1989-1991), la guerra por motivos étnicos volvió a Europa en la región de los Balcanes.
 
Vista general de la ciudad vieja de Mostar, Bosnia-Herzegovina Vista general de la ciudad vieja de Mostar, Bosnia-Herzegovina

La disgregación de la antigua Yugoslavia tuvo lugar de forma violenta en una serie de guerras civiles que se iniciaron en 1991 y concluyeron en la guerra de Kosovo en 1999. El deber de los europeos es evitar que la guerra vuelva a nuestro continente rechazando toda forma de nacionalismo extremo, racismo o xenofobia.