La radiactividad artificial se produce a partir un isótopo que se ha obtenido previamente en el laboratorio mediante una reacción nuclear. Este isótopo sigue todas las leyes radiactivas que rigen la radiactividad natural.
En 1919, Rutherford, al bombardear nitrógeno con partículas a procedentes de una sustancia radiactiva, provocó la primera reacción nuclear conducente a la producción "artificial" de un isótopo del oxígeno. El N se transmutaba en O y emitía un protón.

En 1934, los esposos Irene Curie y Fréderic Joliot, estudiando la producción de neutrones al bombardear una lámina de aluminio con partículas alfa , descubrieron que se formaba un isótopo radiactivo del fósforo. Comprobaron que, además de los neutrones, aparecían positrones que no esperaban, ni cabía esperar, y que no cesaban de producirse al dejar de bombardear, tal como sucedía con los neutrones.

Los proyectiles utilizados para la producción de isótopos son los neutrones, ya que al no poseer carga eléctrica no experimentan fuerzas de repulsión electrostática por parte de los protones de los núcleos en los que penetran para desestabilizarlos.
La producción de positrones es más abundante en la radiactividad artificial ya que en la natural se producen espontáneamente partículas alfa y beta y radiación gamma.

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