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El tratamiento de las aguas
Uno de los temas más importantes de trabajo en el campo de la ingeniería ambiental es  el tratamiento de las aguas.

Con este término nos referimos a dos cosas bien diferentes: la depuración de las aguas residuales, con el propósito de eliminar de las aguas todo lo que pueda ser considerado un contaminante ambiental (restos orgánicos e inorgánicos, metales pesados, compuestos químicos tóxicos...), y la potabilización de las aguas, destinada  a obtener agua para el consumo humano, proceso más exigente que el anterior. 

Mientras en la depuración de las aguas tratamos de eliminar muchos componentes nocivos de las aguas ya utilizadas por el hombre, en la potabilización, además de ser más rigurosos con la eliminación de sustancias tóxicas, se introducen también componentes que logren que el agua sea más apta para el consumo humano, por ejemplo,  desinfectantes que la mantengan limpia de gérmenes. 

A veces encontramos recursos naturales de agua que precisan muy poco tratamiento químico. Este es el caso de las aguas minerales naturales. Se suelen encontrar en el subsuelo profundo, por lo que poseen muy pocos microorganismos que puedan ser peligrosos para nosotros. Además poseen sustancias disueltas que pueden tener valor terapéutico (hierro, sulfatos, bicarbonatos, magnesio).


Una mezcla muy importante para nosotros: la sangre

La sangre, vital para transportar nutrientes a nuestras células, puede ser considerada como una gran mezcla heterogénea.

 
Esta mezcla contiene  corpúsculos visibles por el microscopio como los que vemos en la imagen y una disolución, el plasma, que contiene un 91% de agua, un 8% de proteínas y un 1% de diversas sustancias (sales, hormonas, etc.).