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LEYENDAS DE LA GUERRA DE TROYA

María Cruz Fernández Castro
Madrid. Ediciones Alderabán. 2001. 307 págs.

La relación entre texto e imagen y el análisis de la influencia que la denominada en términos generales tradición literaria generó en representaciones de las artes figurativas durante la Antigüedad Clásica, con especial atención al grado de literalidad o innovación iconográfica, es, sin duda, uno de los aspectos más relevantes de la investigación centrada en el Mundo Grecorromano.

De su estudio no sólo se deriva la mayor o menor difusión de una tradición escrita a través de soportes ajenos a la escritura, como testimonio esquemático de las versiones que mayor auge alcanzaron en el transcurso del Mundo Clásico, sino también y en consecuencia la impronta de estas imágenes en determinadas épocas y su contribución al legado clásico.

Con frecuencia un estudio de estas características surge a partir del análisis de unas imágenes, cuya vinculación con un texto literario, - generalmente una versión, un fragmento concreto -, es objeto de indagación, sin que ello implique un estudio de conjunto acerca de las representaciones relativas a una obra literaria o a un tema tratado con amplitud por diversos autores.

Sin embargo, la monografía de la profesora Fernández Castro aborda con un enfoque ambicioso uno de los temas de mayor interés de la Antigüedad - la guerra de Troya-, siguiendo paso a paso el hilo de los episodios transmitidos por muy distintos autores antiguos que fueron objeto de representación particularmente en la cerámica griega.

En este sentido, la autora presenta de forma magistral la reconstrucción literaria de todo el legado mítico acerca de la guerra de Troya, con inclusión de preliminares y situaciones colaterales, que además de fuentes tan valiosas como los Poemas Homéricos incluye también referencias a otras obras del ciclo troyano ligeramente posteriores a Homero - perdidas y, no obstante, resumidas o citadas por autores muy posteriores de época romana - y a las numerosas versiones de episodios o personajes concretos elaboradas para la tragedia.

A esta contribución, que constituiría ya el objetivo de un libro, se suma la mencionada referencia a la elaboración y plasmación de imágenes, cuyo análisis pormenorizado no sólo pone de manifiesto la literalidad o, en su caso, la cierta libertad del artista para adecuar algunas imágenes a un soporte artístico, sino especialmente los personajes, episodios y leyendas que, aun con el condicionante que implica la transformación del texto en imagen, fueron objeto de interés por griegos de épocas posteriores.

El libro incita además a una reflexión en torno a la difusión de aquellas imágenes preferidas por los pintores de vasos griegos y a las repercusiones de su selección. Pues si, entre otras razones, dichas imágenes fueron de algún modo elegidas por representar sentimientos y mentalidades de su tiempo, acaso por su carácter ejemplarizante, o su conocimiento y aceptación desde antiguo, la figuración en un soporte artístico como la cerámica griega supuso difusión a gran escala, distribución territorial, notable influencia en otros pueblos, en suma, la impronta de aquellas imágenes y, como hecho más destacable, de todo el legado que representaban.

Más allá del reflejo histórico de una u otra época,- micénica, oscura, u homérica - los escritos sobre la guerra de Troya y particularmente sus representaciones ponen en evidencia la manifestación de sentimientos que han ido fraguando la cultura posterior, de tal modo que en el escenario bélico se vislumbra la reflexión sobre el destino individual, la validez o no de la lucha, la amistad, el amor, el dolor, el mundo funerario...