Isabel de Castilla (1451-1504) fue hija de Juan II de Castilla e Isabel de Avis. A la muerte de Juan II en 1454 , Enrique (hermanastro de Isabel) subió al trono con el nombre dinástico de Enrique IV; diferentes facciones nobiliarias pretendieron entonces mermar su poder apoyándose primero en Alfonso, su hermano, y después en Isabel.  Pero Isabel no tuvo pretensiones de proclamarse reina en vida de su hermano. Además consiguió en virtud del Pacto de los Toros de Guisando (1468) la posibilidad de sucederle. Fue así nombrada Princesa de Asturias. Pero su matrimonio con Fernando de Aragón un año después, en 1469, dificultaba la sucesión al trono de Castilla. El Pacto de los Toros de Guisando quedó entonces en suspenso. Se afirmaba en entornos cortesanos que Juana (la hija de Enrique IV, apodada la Beltraneja), de quien existían dudas acerca de su paternidad, era hija de don Beltrán de la Cueva, hombre de confianza del rey. Tras la muerte de Enrique IV en 1474, comenzó la guerra civil entre ambas facciones y sus aliados extranjeros. Isabel de Castilla accedió finalmente al trono en 1479. Juana la Beltraneja acabó sus días recluida en un convento en Portugal.