Los escritores de su tiempo, y el propio Papa, tenían un gran interés en que Carlomagno fuera emperador. El Papa no tenía buenas relaciones con los emperadores de Oriente, y apoyó a un rey que había mostrado su apoyo a la Iglesia y al Papado. La Iglesia necesitaba la protección de alguno de los grandes poderes políticos, y ante las dificultades con Oriente, el Papa volvió los ojos hacia Occidente, y el más poderoso de los monarcas era Carlomagno.
Uno de los escritores de la corte carolingia, Alcuino de York, expuso las virtudes de Carlomagno para ser elevado a la categoría de emperador
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