Locomotora de vapor |
«Hacia 1760 apareció en la escena tecnológica un joven que iba a influir decisivamente en el desarrollo de la "máquina de fuego y aire". Se trataba de James Watt, que inició su carrera en Glasgow, como "fabricante de instrumentos matemáticos para la Universidad". Un modelo de la máquina de Newcomen que se utilizaba en el departamento de física se había estropeado[...] Watt construyó un modelo de esta máquina, que funcionó perfectamente. En 1769, obtuvo una patente de un "Nuevo Método para Disminuir el Consumo de Vapor y Combustible en las Máquinas Térmicas"; ésta es una de las patentes más importantes de la historia de la tecnología [...] En 1775 él y el industrial Boulton formaron una compañía -Boulton & Watt-, cuya fábrica fue la primera del mundo en fabricar motores primarios a escala industrial [...]
El siglo XIX fue la gran época del vapor. Los efectos de la energía del vapor se sintieron no sólo en el campo de la tecnología, sino en casi todos los aspectos de la civilización humana. Durante este siglo, el vapor se empleó para impulsar las máquinas del floreciente sector industrial, y para mover los motores de los diversos medios de transporte, por tierra y mar. Todo este progreso técnico provocó una ola de optimismo y fe en el futuro, algo que hoy quizás nos cueste entender. Después de siglos de práctica inmovilidad social, esta rápida sucesión de avances técnicos creó una atmósfera en la que se creía que la tecnología y el vapor estaban a punto de rescatar a la humanidad de la dura lucha por la supervivencia [...]»
STRANDH, Sigvard (1984): Historia de la máquina. Madrid, Editorial Raíces
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