El descubrimiento de la piedra Rosetta en 1822 permitió al francés Champollion el desciframiento de la escritura jeroglífica. Había surgido ésta hacia el 3200 a. C. y consistía en un conjunto de caracteres fonéticos e ideográficos que daban forma a una escritura monumental. El hallazgo de la piedra Rosetta, basalto negro de idéntica inscripción en caracteres jeroglíficos, demóticos y griego permitió el desciframietno de la escritura jeroglífica a partir del conocimiento de los dos anteriores sistemas.