Típica escena de Murillo, que plasmó en sus cuadros la miseria de las clases bajas de la época, pero sin cargar las tintas en el dolor o en la pobreza, presentándolo de una manera amable. Esto no impide que Murillo emplee dos elementos propios de la pintura barroca: el fuerte constraste entre las zonas iluminadas y las oscuras y la composición en ejes diagonales.
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