«Tras mi subida al trono, todas estas cuestiones se debatieron con los ministros. Para despertar su celo les había otrogado una amplia iniciativa en sus actuaciones. Pero esto fue casi imposible durante todo el tiempo en que el príncipe Bismarck permaneció en el poder, pues el príncipe se reservaba el derecho de decidir en todos los asuntos y paralizaba el espíritu de iniciativa de sus colaboradores. En seguida de mi cuenta de que los ministros, encontrándose por completo en menos de Bismarck no podían pronunciarse a favor de las "novedades"o de las ideas del "joven soberano" a las que Bismarck se oponía. De hecho, el Consejo de Ministros no era más que un instrumento en manos de Bismarck y sólo obraba siguiendo sus órdenes. Esta situación era lógica en sí, ya que un presidente del Consejo tan preeminente, que había proporcionado tantos éxitos a Prusia y a Alemania, dominaba por completo a sus ministros y gobernaba autoritariamente. (...)»

Fragmento de las memorias de Guillermo II

Citado por P. GUILLÉN, El imperio alemán (1871-1918), Barcelona, Vicens-Vives, 1973.