Doble
moral : El doble patrón de moralidad o conducta para el estadista y para
el ciudadano privado constituye la nota principal del llamado "maquiavelismo".
Se distingue entre unas normas para aplicar al gobernante que encarna la voluntad
del Estado, y otras para juzgar los actos de los sencillos ciudadanos: se juzga
al primero por el éxito conseguido en el mantenimiento y aumento de su
poder; y a los segundos por el vigor que su conducta da al grupo social. Como
el gobernante está fuera del grupo o, por lo menos, en una situación
muy especial con respecto a él, se encuentra por encima de la moralidad
cuyo cumplimiento debe imponerse dentro del grupo. El gobernante, como creador
del estado, no sólo está fuera de la ley, sino que si la ley impone
una moral, está también fuera de la moralidad. No hay otro patrón
para juzgar sus actos sino el éxito de sus expedientes políticos
para ampliar y perpetuar el poder de su Estado. El legislador puede utilizar
todos los medios prudentes para asegurar sus fines ya que, siendo él
mismo la causa de la ley y de la moralidad cívica, es independiente de
ambas en la realización de su función política. Maquiavelo
aceptó esta conclusión y la incluyó en sus consejos a los
gobernantes, lo cual es el motivo principal de la mala reputación de
El Príncipe, donde postula abiertamente el uso de la crueldad, la perfidia,
el asesinato o cualquier otro medio, con tal que fuesen utilizados con suficiente
inteligencia y secreto para poder alcanzar sus fines. No hay, pues, recursos
buenos ni malos desde el punto de vista ético. La existencia de un doble
patrón de moralidad, aplicado por Maquiavelo, descubre la razón
de Estado y, muy posiblemente, sea la causa de su perennidad.