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Folletos > Guillermo de Ockam

San Agustín I Santo Tomás de Aquino I Guillermo de Ockam I Maquiavelo I
 
El franciscano Guillermo de Ockham es la figura que interpreta a la perfección las múltiples actitudes con que se clausura la edad media y se abre el siglo XIV. Conocido como el "príncipe de los nominalistas", en épocas pasadas se le ha recordado en especial como un teórico lleno de vanas sutilezas, sin ningún contacto con la realidad. Sin embargo, su originalidad ha reaparecido muy pronto, en aspectos muy diversos del saber, tanto en la lógica como en las ciencias naturales, la filosofía y la teología.
Con su negación de la metafísica y la reducción de la gnoseología a la simple doctrina del conocimiento intuitivo intelectual de lo singular, Ockham instauró una nueva manera de hacer filosofía que proporcionó las premisas para la corriente sensitivo-empirista, y para la renovación del pensamiento científico que se produjo en la Edad Media.
La influencia del pensamiento de Ockham fue decisiva y fundamental para los autores del siglo XIV, y dio pie, por un lado, a la emancipación de la filosofía con respecto a la teología y, por otro, al escepticismo filosófico que habría de encarnar en mentes renacentistas y modernas. Se ha visto en él, igualmente, un lejano precursor del empirismo y, más concretamente, de Hume, así como de la lingüística comparativa.

Así, si San Agustín había explicado el tema del conocimiento con la doctrina de la iluminación (de inspiración platónica) y Tomás de Aquino lo había hecho con la teoría de la abstracción (de raíz aristotélica), Ockham se opondrá a ambas explicaciones, rechazando la posibilidad de conocer directamente las esencias tanto como la posibilidad de un conocimiento abstractivo. Por otra parte, el ockhamismo, más que un desarrollo del escotismo, fue una fuerte reacción frente al mismo. Indudablemente, Ockham estuvo influido por ciertas teorías de Durando y de Pedro Aureoli, pero ello no aminora su originalidad fundamental.

Parece indiscutible que Ockham es el iniciador definitivo de la corriente conceptualista o nominalista, y que su pensamiento tuvo como consecuencia la emancipación de la filosofía frente a la teología. Independientemente de las intenciones del propio Ockham, lo cierto es que su pensamiento participa y se sitúa en un contexto de crisis o cambio que algunos han catalogado como decadencia de la Escolástica, mientras que otros lo califican como un período de florecimiento en cuanto permite dar el paso a la filosofía y ciencia modernas.

Los principales autores escolásticos de la Edad media siguieron las huellas de San Agustín desde el principio de sus especulaciones, y la concepción platónico-cristiana del mundo informó sus mentes. Pueden ser considerados agustinianos Scotus Eriugena, San Anselmo, Abelardo, Pedro Lombardo, los escritores de la escuela de San Víctor, entre otros. Cuando ya en el siglo XIII comenzaron a ser conocidas las obras metafísicas y físicas de Aristóteles, se produjo una doble actitud frente a sus doctrinas: en unos, de repulsa, por creerlas peligrosas para la fe; en otros, de simpatía, porque pensaron que podían servir de sólido fundamento para el pensamiento cristiano.

La intransigente defensa del individuo como única realidad concreta, la tendencia a fundamentar el valor del conocimiento sobre la experiencia directa e inmediata, así como la separación programática entre la experiencia religiosa y el saber racional y, por tanto, entre fe y razón, conducen a Ockham a una defensa de la autonomía del poder civil con respecto al poder espiritual y a exigir una transformación profunda en la estructura y en el espíritu de la Iglesia. Se trata de un proyecto que entra en conflicto con la totalidad de los cimientos de la cultura medieval y plantea las bases de la cultura humanístico-renacentista. En este sentido, en sus aspiraciones encontramos las semillas de los planteamientos de la, entonces todavía lejana, reforma protestante.