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Habermas pertenece a la segunda generación de la Escuela de Frankfurt. Como tal, se considera a sí mismo heredero de la tradición recibida de la misma lo que le lleva a entender su obra como un intento de reconstrucción del Materialismo Histórico marxiano y de realización del programa emancipador propuesto por la primera generación de la escuela frankfurtiana (Horkheimer, Adorno, Marcuse).

Habermas considera que hay que dirigir la atención a buscar un nuevo tipo de relación entre Técnica y Política.

Para ello comienza distinguiendo entre acción técnica y acción comunicativa .

Acción técnica , trabajo o acción dirigida a la consecución de un fin es la acción instrumental, la elección racional o una combinación de ambas.

Acción comunicativa o interacción es la interacción mediada por símbolos. Se rige por normas obligatoriamente vigentes que definen esperanzas recíprocas de comportamiento y que han de ser comprendidas y reconocidas, al menos, por dos sujetos actuantes. Acciones de este tipo son: cumplimiento de un contrato, decir la verdad, no quitar la vida a un inocente...

Mientras que la acción técnica nos exige el aprendizaje del saber suministrado por las Ciencias de la Naturaleza y la adquisición de habilidades , la acción comunicativa nos pide hacer nuestras las normas morales que nos lega la tradición cultural y la configuración de estructuras de la personalidad .

La sociedad moderna se caracteriza por un desarrollo permanente o sistemático de las fuerzas productivas. Así, la esfera económica –acción técnica- se independiza del marco institucional –acción comunicativa-. El desarrollo espectacular de la Economía, sobre todo a partir de la revolución industrial, trae consigo que se imponga la racionalidad técnica como única válida frente a la racionalidad comunicativa. Las interpretaciones míticas y religiosas que legitimaban a esta última en las sociedades tradicionales son sustituidas por interpretaciones científicas (técnicas).

Esta legitimación no la ha producido el Estado, como veíamos más arriba, desde el recurso a las ideologías mítico-religiosas que después de la Ilustración han perdido su eficacia sino a través de la tecnificación de la política .

Las masas sólo pueden elegir, mediante el recurso a las urnas, a los administradores del sistema (los políticos) pero jamás poner en duda su validez.

Hasta aquí el análisis. Pero, ¿qué pretende Habermas? La respuesta, se encuentra dentro del marco de la reflexión crítica de la Escuela de Frankfurt, recuperar la primacía de la acción comunicativa (razón moral) frente a la acción técnica (razón instrumental).

Para resolver el problema de la interrelación entre la acción comunicativa y la acción técnica Habermas recurre a lo que denomina “ intereses del conocimiento ”.

El primer tipo de conocimiento es el de las Ciencias de la Naturaleza y la Técnica. Dicho conocimiento tiene como interés fundamental (orientación básica) la manipulación de las fuerzas de la Naturaleza. Es denominado interés técnico .

El segundo tipo de conocimiento es el que nos suministran las Ciencias Hermenéuticas y las Tradiciones culturales. Su orientación básica es la consecución de un entendimiento mutuo subjetivo entre los hombres. Éste es el interés práctico .

Pero, ambos tipos de intereses se nos dan como distintos e independientes. ¿Cómo se relacionan?

La relación se establecerá a través de un tercer tipo de interés, el interés emancipativo .

Este interés se corresponde con el proceso de autoconstitución histórica del hombre. El hombre se autoconstituye mediante un proceso de liberación de las condiciones materiales opresoras a las que está sometido tanto por parte de la Naturaleza como por parte de una Sociedad que ha socializado deficientemente la Naturaleza. (Interpretación materialista de la historia en clave marxista).

Pues bien, los intereses técnico y práctico son especificaciones del interés emancipativo. Es decir, el interés emancipativo es el origen tanto del conocimiento técnico como del práctico (conclusión a la que llega Habermas a través del estudio del psicoanálisis freudiano).

Teniendo en cuenta la situación del capitalismo avanzado, que ya analizamos más arriba, y cómo desde su legitimación desde “abajo” elimina cualquier instancia crítica al sistema, ¿es posible establecer una teoría Crítica que sea capaz de orientar y alentar una praxis liberadora?

En su intención regulativa del sistema, el Estado se ve obligado a planificar sectores de la vida humana, que hasta ese momento se organizaban sobre pautas normativas, valorativas y culturales que eran aceptadas sin ningún tipo de cuestionamiento. Aquí ya aparece una crisis de legitimación. La intervención estatal hace que caigan las antiguas legitimaciones y que sea necesario buscar otras nuevas. Pero dichas nuevas legitimaciones sólo pueden establecerse por discusión racional universal y pública lo que contradice abiertamente los propios intereses del sistema capitalista que sólo busca satisfacer los intereses privados y no los universales. ¿Cómo superar esa crisis? Según el planteamiento de Luhmann se solucionaría recurriendo a la manipulación. Es decir, el proceso de nuevas legitimaciones debería ser dirigido y propuesto por el sistema político-administrativo. Habermas, sin embargo, cree que la manipulación tiene un límite ya que la propia racionalidad moral tiene una lógica propia que no puede romperse sin generar una crisis de motivación frente a las estructuras socioeconómicas y político-administrativas del sistema: llegará un momento en que el hombre no se reconocerá en ellas.

Estamos ante una crisis de motivación. Pero también ante un gran problema. La crisis de motivación, como crisis de identidad, exige necesariamente ser superada. Pero, ¿cómo serlo en la situación actual?

Expliquemos, con más detenimiento, lo que queremos decir. Es un hecho que el hombre no se desarrolla sólo sino que lo hace en sociedad y, por tanto, necesita reconocerse en la propia sociedad, sentirse reflejado en ella. Hasta ahora la cohesión social ha venido dada por las Tradiciones culturales y, dentro de éstas, fundamentalmente por la Religión que ha dado cohesión a la sociedad gracias a la predicación de una moral universalista. Desde aquí, cuando surge una crisis de motivación en la que la sociedad no se reconoce en el sistema, la crisis podría salvarse pero hete aquí que en nuestro tiempo la religión ha perdido su poder de cohesión. ¿Cómo salir entonces de la crisis?

Habermas sostiene que la crisis tiene solución ya que es posible fundar una moral universal sin religión. ¿Cómo?

La moral universal que ha de sustituir a la religión ha de ser una moral sin normas absolutas (en sí); sus normas se han de fundamentar única y exclusivamente en un proceso racional de justificación.

Ese proceso se desarrolla desde una competencia comunicativa . Las normas se han de fundamentar a través del diálogo, de la comunicación. A través de él llegamos a un entendimiento. Pero, ¿cómo distinguir un entendimiento verdadero de otro falso? Habermas sostiene que anticipando una situación comunicativa ideal . Esa situación supone que todos los participantes en la discusión asumen la posibilidad de que todos, sin excepción, puedan tematizar y criticar toda opinión, que los participantes no quieren ni engañarse ni engañar a los demás con respecto a lo que pretenden –son sinceros y veraces- y que, además, queda excluido todo privilegio entre los participantes que cree obligaciones unilaterales. Esta simetría perfecta, supuesta por todos los participantes en la discusión racional, posibilitaría un adecuado proceso racional de justificación de una moral universal.

Pero es evidente que dicha situación comunicativa ideal está suponiendo ya, como veíamos más arriba, un concepto de “vida buena”. ¿Cuál? El caracterizado por las ideas de verdad, libertad y justicia. En definitiva, la idea de autonomía (moral) que vincula la máxima individualidad con la máxima universalidad (individuo y humanidad social).

Se establece así como el capitalismo avanzado será superado y cómo la emancipación individual y social del hombre se podrá establecer mediante el recurso a la acción comunicativa.