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La obra fundamental de Locke es el Ensayo sobre el entendimiento humano, obra dedicada a investigar sobre el conocimiento humano, su alcance y sus límites.

La obra se divide en cuatro libros: De las nociones innatas, de las ideas, de las palabras y del conocimiento.

El libro primero (De las nociones innatas) parte de una afirmación: “Es innegable que en la mente de todo hombre hay ideas (pensamientos)”.

Pero, ¿cuál es el origen psicológico de nuestras ideas? ¿De dónde provienen?

En primer lugar, Locke muestra que en nuestra mente no hay ideas innatas. El principal argumento que han esgrimido los defensores del innatismo es que hay unos principios lógicos y morales que son aceptados universalmente por todos los hombres y que si eso es así, es porque dichos principios deben estar impresos en la mente de todos los hombres desde su nacimiento. (Son innatos, no aprendidos).

Este argumento es falso porque: Si realmente se diera ese consentimiento universal, no habría explicaciones más simples que no necesitan recurrir a la doctrina del innatismo y, sin embargo, las hay y además, no existe acuerdo universal acerca de la veracidad de los principios lógicos y morales. En consecuencia, no hay ideas innatas.

En el libro segundo (De las ideas) retoma su pregunta: ¿De dónde proceden las ideas? Su respuesta es clara: De la experiencia. Todas nuestras ideas proceden de la experiencia y no hay idea que la preceda. Dicha experiencia tiene dos fuentes: la sensación (externa) y la reflexión (interna).

Una vez clarificado el concepto de experiencia con el fin de justificar la afirmación de que todas nuestras ideas proceden de la experiencia pasa a clasificar las ideas distinguiendo entre ideas simples -ideas que provienen de la experiencia ya sea externa (sensación) o interna (reflexión)- e ideas complejas -se producen por la combinación de ideas simples entre sí-.

Las ideas complejas son de tres tipos: Modos (no contienen en sí el supuesto de ser subsistentes por sí mismas –sustancias- sino que se presentan como dependientes –accidentes- de las sustancias), sustancias (contienen en sí el supuesto de ser subsistentes por sí mismas) y relaciones (son fruto de la comparación de una idea, ya sea simple o compleja, con otra cualquiera).

En el tercer libro (De las palabras) afirma que las ideas se hallan en la mente de cada hombre por lo que para comunicarlas los hombres necesitan de las palabras. Así pues, las palabras son signos de las ideas, pero signos arbitrarios.

Además, cuando usamos las palabras suponemos que las ideas que están en nuestra mente son idénticas a las que están en la mente del resto de los hombres ya que si no, sería imposible la comunicación y que las palabras significan no sólo las ideas sino las cosas mismas (sólo en la medida en que concuerdan con las cosas).

Locke considera que las palabras son de dos clases: términos generales y nombres de cosas particulares.

Las cosas particulares son tantas que si sólo hubiera nombres de ellas, sería imposible retenerlos todos en la mente y, además, sería imposible la comunicación ya que los términos conocidos por uno no tendrían que ser los conocidos por otro. Por eso, aunque sólo haya cosas particulares son necesarios los términos generales.

Pero así como los nombres de cosas particulares representan cosas particulares, los términos generales representan naturalezas generales. ¿Qué son las naturalezas generales?

Según Locke esas naturalezas generales son ideas generales que se constituyen en tales al abstraer (separar) de las ideas particulares el tiempo, lugar y todas las particularidades que les hacen representar sólo a individuos. Por tanto, no existen esencias de cada una de las clases de individuos (géneros o especies). Los términos generales sólo se refieren a ideas abstractas que residen en la mente del hablante.

El conocimiento es definido en el cuarto libro (Del conocimiento) como la percepción del acuerdo o desacuerdo de dos ideas cualquiera. Este acuerdo se reduce a cuatro clases: conocer qué es cada idea y percibir en qué difieren entre sí (identidad o diversidad), percibir el acuerdo o desacuerdo de cualquier tipo de ideas (relación), ver qué otras ideas simples deben coexistir -o estar conectadas necesariamente- con el resto de las que componen la idea compleja de la sustancia en cuestión que designamos con un nombre específico (coexistencia o conexión necesaria) y cerciorarse de si una existencia real fuera de mi mente concuerda o no con una idea que tengo en ella (existencia real).

Según sea el modo de percibir el acuerdo o desacuerdo de las ideas, así será la evidencia de nuestro conocimiento. Por ello Locke diferencia entre conocimiento intuitivo (cuando se percibe el acuerdo o desacuerdo de dos ideas inmediatamente), conocimiento racional o demostrativo (cuando no se puede percibir inmediatamente el acuerdo o desacuerdo de dos ideas y la mente usa otras ideas para mostrarlo) y conocimiento sensitivo (el que obtenemos mediante nuestros sentidos de la existencia de algunos seres finitos particulares).
Locke considera que el conocimiento humano, que depende de nuestras ideas ya que no puede haber conocimiento donde no hay ideas, no agota –ni por asomo- la totalidad de los seres. Así, ni el conocimiento intuitivo, ni el demostrativo, ni mucho menos el sensitivo pueden percibir el acuerdo o desacuerdo entre todas las ideas que se nos dan.

La teoría política de Locke se pergeña en dos obras: Primer tratado sobre el gobierno civil y Segundo Tratado sobre el gobierno civil.

Parte de la hipótesis del estado de naturaleza que caracteriza como la vida de los hombres juntos según la razón sin que exista un superior común que dirima los conflictos entre ellos. Esta definición supone la admisión de una ley moral natural que obliga a todos y que puede ser descubierta por la razón.

También existen derechos naturales destacándose el derecho a la propia conservación y a defender su vida, el derecho a la libertad y el derecho a la propiedad, que se fundamenta en virtud del trabajo. Este derecho no es ilimitado, viene determinado por la capacidad de uso y disfrute de aquello que se posee.

Al hombre le interesa formar una sociedad civil que le ayude a preservar sus libertades y derechos ya que es necesaria una ley escrita para definir la ley natural y dirimir las controversias, es conveniente que haya un sistema judicial que goce de reconocimiento general y que juzgue imparcialmente y también es necesario un sistema punitivo reconocido por todos que castigue los crímenes.

Pero, el Estado, fruto de estas necesidades tiene un fundamento racional: el consentimiento de los que forman parte de la sociedad política.

Mediante el consentimiento los hombres no renuncian a su libertad, simplemente la restringen renunciando a sus poderes legislativos y ejecutivos que les pertenecían de forma absoluta en el estado de naturaleza. Dichos poderes se delegan en la sociedad a la que se autoriza a elaborar las leyes que requiera el bien común y le deja el poder de poner en vigor esas leyes y determinar la sanción que acarrea su no cumplimiento. El sentido de esta restricción es poder gozar con más seguridad de su libertad.