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Plan de viaje > Rousseau

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Rousseau está situado en la línea del subjetivismo que, desde Descartes, constituye una característica de toda la filosofía moderna. El subjetivismo moderno tiene un carácter intelectualista y se concentra en el problema del conocimiento. Su reflejo en el pensamiento social es el individualismo, tal y como aparece claramente formulado en los autores del siglo XVII. Sin embargo, con Rousseau aparece una afirmación diferente del individuo: reivindica la interioridad como el lugar auténtico de la persona, de su singularidad, y que pertenece a la esfera del sentimiento mucho más que a la de la razón. El sentimiento se realiza en contacto con la Naturaleza pero, a diferencia de la Ilustración, Rousseau no concibe la naturaleza como un gran mecanismo material susceptible de ser conocido y dominado a través de la ciencia. Para Rousseau la Naturaleza es el lugar del goce estético, es el ámbito en el que el hombre, en humilde contemplación, desarrolla su capacidad de sentir.

La afirmación de la singularidad va unida en Rousseau a la afirmación de la sociabilidad. En última instancia, individuo y comunidad no son términos antagónicos: en el fondo de su yo individual, el hombre encuentra, a través del sentimiento, la apertura hacia los demás. El problema consiste en cómo construir ese hombre auténtico que es un hombre a la vez singular y comunitario.

Desde el seno de la ilustración y preso de ella, pero rebelándose contra la filosofía ilustrada, Rousseau se alzó en nombre del individuo contra una razón que, desnaturalizada, olvidaba su función de servir a la felicidad de los hombres. Una felicidad a la que sólo puede servir luchando por su individualidad irreductible, su libertad radical y su igualdad real.

Probablemente el mejor modo de comprender el pensamiento de Rousseau sea a través de la síntesis del objeto y contenido de sus obras más importantes. El análisis del Discurso sobre las ciencias y las artes , Discurso sobre el origen y fundamentos de la desigualdad entre los hombres , Emilio y El contrato social , nos permitirá obtener una visión integrada del programa intelectual de nuestro autor.

En sus dos primeros Discursos expone Rousseau lo que constituirá el núcleo de sus dos preocupaciones filosóficas: la convicción de que el hombre, bueno por naturaleza, se ha corrompido a causa del desarrollo de las ciencias y de las artes, que son las causantes de la desigualdad entre los hombres que se da en la sociedad civilizada. Rousseau analiza el tránsito del hipotético estado de naturaleza al estado social como una degeneración (no un progreso) producto de las desigualdades sociales que surgen con la propiedad privada, el derecho para protegerla, y la autoridad para que se cumpla ese derecho. Las leyes establecidas en toda sociedad son siempre las leyes que defienden al poderoso, al rico y a su poder frente a los no poseedores de propiedad, a los pobres. Esta situación no es superable, según Rousseau, pero puede ser mitigada a través de una sana vuelta a la naturaleza y una educación que fomente el individualismo y la independencia del hombre.

La corrupción presente, la que experimentamos en lo cotidiano, se debe a la sociedad tal como de hecho se ha organizado. Por tanto, se trata ni más ni menos que de salvar al hombre. Éste es el núcleo del programa rousseauniano -primero pedagógigo y luego político- de Rousseau. El Emilio se ocupa del aspecto propiamente educativo; en él expone Rousseau un método pedagógico que aspira a formar al hombre de acuerdo con su auténtico ser natural, con el fin de evitar la corrupción que la entrada en sociedad lleva consigo. La educación comprende tres ámbitos principales que aparecen según el siguiente orden: formación física, formación moral y formación política o civil. La tarea educativa consiste en seguir los dictados de la naturaleza: éste es el <SPAN class=enfBI8> naturalismo pedagógico </SPAN> de Rousseau: frente a la fría cultura racionalista propone una educación que siga y fomente los procesos naturales humanos sin alterarlos y que se base en los sentimientos naturales del amor a sí mismo y del amor al prójimo.

Rousseau piensa que el estado social no es en absoluto connatural al hombre, pero se ha convertido en imprescindible para él. El problema consiste en encontrar una fórmula de convención que conserve la libertad característica del estado de naturaleza. Y ése será el contenido y objeto de El contrato social . Las injusticias sociales y la fractura de "clase" pueden mitigarse no sólo a través de la educación, sino transformando el orden social endógenamente, es decir: desde el interior de la sociedad misma, y sin violencia. Los hombres deben establecer un nuevo Contrato Social que los acerque a su estado natural. Este contrato no es un pacto o convenio entre individuos (Hobbes) ni un contrato bilateral (Locke). El nuevo contrato social es un pacto de la comunidad con el individuo y del individuo con la comunidad, desde el que se genera una " voluntad general " que es distinta a la suma de las voluntades individuales y que se constituye en fundamento de todo poder político. La soberanía ha de emanar de la voluntad general, siendo indivisible (contra Locke y Montesquieu, Rousseau no es partidario de la separación de poderes) e inalienable (la ley procede de la voluntad general y sus ejecutores son, por lo tanto, sustituibles). La libertad individual ha de constituirse, a través de la voluntad general, en libertad civil y en igualdad. Todo esto aspira a un deseo o proyecto; se refiere al deber ser, no al ser