En
la unidad 6 ya se ha explicitado qué es la metafísica.
El análisis de su definición como "ciencia del
ente en cuanto ente" nos llevó a analizar su objeto
material, objeto formal y método propios. Por tanto, habiendo
ya examinado qué estudia y cómo, nos corresponde ahora
aclarar por qué y para qué. En este sentido, consideramos
apropiado recoger las palabras del profesor J. Conill: "¿Por
qué y para qué surgió el saber, posteriormente
denominado "metafísica"?. Fue un esfuerzo intelectual
para orientarse en el mundo, para saber estar en la realidad. Algunos
hombres sintieron la necesidad de interpretar sus experiencias,
ordenarlas, de dar razón de lo que les pasaba. De lo contrario,
se hubieran visto sumidos en un caos carente de sentido. A los efectos
de ordenar y unificar los fenómenos dados en la experiencia,
se pusieron en funcionamiento todas sus capacidades sensibles e
intelectuales, por ver si podían alcanzar algún saber
conducente a la sabiduría y la felicidad. Saber de lo verdadero
y de lo bueno, para ser auténticamente lo que se es, lo que
se debe ser, lo que se puede ser, y disfrutar en lo posible de tal
modo de ser" (El crepúsculo de la metafísica,
p. 15).
En definitiva, la metafísica es el "itinerario del hombre
hacia el ser". La verdad es el desvelamiento del ser en el
proceso de inteligibilidad de la realidad. Con Parménides
el itinerario quedó abierto y los caminantes invitados a
recorrerlo. Ese caminar metafísico queda descrito, en sus
mismos comienzos y de modo imperecedero, en el poema de Parménides
(s. V a.C). Sin embargo, veinticinco siglos después, Heidegger
denuncia el "olvido del ser" en la metafísica occidental,
y mucho antes Kant había negado la posibilidad de la metafísica
como ciencia, calificándola de dogmática y refiriéndose
realmente a la metafísica racionalista moderna. Parece que
el camino o itinerario del ser se ha ido convirtiendo progresivamente
en un laberinto. En ese contexto muchos parecen haber olvidado o
desconocer la metafísica tradicional o escolástica,
es decir, la metafísica aristotélico-tomista que precisamente
se articula entorno a la consideración del ser como acto
o acto de ser. Además, actualmente vivimos una situación
de crisis cultural en la que debemos inscribir la quiebra del pensar
metafísico, pues no se trata de un problema aislado. A pesar
de todo, cuando muchos han negado la posibilidad de recorrer el
camino del ser o incluso la existencia de dicho sendero, los ecos
del poema de Parménides y la luz que se filtraba en la caverna
de Platón siguen estando hoy presentes como una exigencia
que reclama a nuestra razón la necesidad de permanecer e
intentar avanzar en el camino del conocimiento verdadero y profundo
de la realidad.
Kant afirmaba que no es posible aprender filosofía, sino
que sólo se puede aprender a filosofar; y uno de nuestros
más ilustres poetas legó un valioso mensaje a todo
caminante: "No hay camino; se hace camino al andar". Quizás,
el itinerario del ser propio de la metafísica sea simple
y llanamente el surco profundo que deja la filosofía al avanzar
en su búsqueda de las causas últimas o más
radicales de la realidad.
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