Ruta 9 - Etapa 3 - Parada 1
Herencia genética y cultural

Al mirarte en un espejo estás contemplando tu "fenotipo", es decir, una serie de rasgos físicos que son la manifestación externa de tu "genotipo" o patrimonio genético. Esa herencia genética la hemos recibido de nuestros padres, pero cada uno de nosotros posee una singularidad genética que nos hace únicos, y que no se identifica ni con la de nuestros progenitores ni con la de ningún otro ser humano (si exceptuamos el caso de los gemelos monocigóticos o el de una hipotética clonación). Esa singularidad o individualidad genética se inscribe, al mismo tiempo, en el marco de la universalidad de una especie, la homo sapiens sapiens, a la que pertenecemos, biológicamente, todos los individuos humanos.
En tu modo de actuar o comportarte, en tu relación con los demás, en tus creencias, costumbres, opiniones, se manifiesta una herencia cultural que es el resultado de la educación que has recibido, del contexto histórico-social al que perteneces o de la cultura en la que te has formado o vives. Esa herencia cultural es relativa, es decir, no es igual para todos los hombres pues han existido y coexisten diferentes culturas y en cada una de ellas conflluyen distintos factores y valores. En este sentido, no debemos olvidar que la herencia cultural puede condicionar nuestro modo de pensar o actuar, pero no hasta el punto de determinarlo. La historia de la humanidad está repleta de ejemplos de personas que han "navegado contra corriente", es decir, que han reaccionado contra el modo de pensar o actuar de su época, cultura o sociedad, y que precisamente su reacción ha tenido como respuesta un cambio en dichos patrones o esquemas culturales y sociales. Por otra parte, se han realizado numerosos estudios sobre gemelos monocigóticos y se ha demostrado que, a pesar de tener la misma herencia genética, haber recibido la misma educación por parte de sus padres y en los mismos centros de enseñanza, compartir amistades y todo lo que conlleva el hecho de pertenecer al mismo contexto histórico-social-cultural, resulta que sus personalidades, modos de pensar y actuar son claramente diferenciados. De hecho, sin necesidad de recurrir ni a ilustres ejemplos históricos ni a exhaustivos y especializados estudios, todos hemos experimentado en nuestro vivir cotidiano que nuestro "yo" más íntimo y auténtico ni se reduce a nuestro material genético, ni está determinado por la cultura que nos ha tocado vivir.

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