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Comentario

El hombre posee un afán por conocer la verdad de las cosas que le rodean y de sí mismo, y eso es algo connatural a su propia naturaleza humana, es algo a lo que no puede renunciar. Su curiosidad natural le lleva a preguntarse ¿qué son las cosas?, ¿cómo son? y ¿por qué son así?. Ahora bien, lo importante no es sólo que nos preguntemos acerca del mundo que nos rodea y acerca de nosotros mismos, sino que lo fundamental es que en esa pregunta va implícita una exigencia de verdad. No queremos simplemente una respuesta, sino que queremos que esa respuesta sea verdadera, es decir, que se ajuste, que se corresponda a la realidad. Y eso lo comprobamos constantemente en los diferentes ámbitos de nuestra vida.

Así, por ejemplo, cuando abrimos un periódico y leemos una noticia no lo hacemos como un simple ejercicio de lectura, sino que pretendemos que esa información que nos proporciona sea verdadera, es decir, que se ajuste a la realidad de los hechos. Decimos que una sentencia judicial es justa cuando corresponde a la verdad de los hechos que se juzgan. En la amistad si hay algo que valoramos como fundamental es la sinceridad. ¿Por qué?. Pues sencillamente porque a través de la sinceridad se nos manifiesta la "verdad" del otro, su "yo", a lo que con confianza correspondemos con nuestra sinceridad, con nuestra propia verdad.

El empeño por buscar la verdad, por responder a todos los interrogantes que la realidad nos plantea, por comprender y hacer comprender el mundo, es la herencia más valiosa de cualquier actividad científica y la misión que está en el origen de las primeras universidades que se constituyeron como "comunidades de maestros y discípulos para buscar la verdad", y en las que la filosofía era una disciplina fundamental.

Reflexiona
Ruta 4 - Etapa 1- Parada 1
La verdad como exigencia