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El nacimiento de la ciencia experimental

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Comentario

Para la Antigüedad, la ciencia consistía en conocer las cuatro causas aristotélicas: material, formal, eficiente y final. Esta concepción de la ciencia, junto con su método -la demostración (deductiva e inductiva) perduró durante la Edad Media. Ya en la Edad Moderna (a partir del siglo XVII) la ciencia queda definida por dos nuevos enfoques: el mecanicismo y el fenomenismo. Si la naturaleza es una máquina, bastará con conocer sus mecanismos y las fuerzas que los mueven para conocerla plenamente. Este fue el ideal de la llamada ciencia nueva que se inició con Galileo, Descartes, Gassendi, etc.

Nace así la ciencia experimental como aquella que estudia solo los seres físicos, usando como método la observación empírica, y no trata de buscar causas, sino leyes o regularidades expresables mediante fórmulas matemáticas.

Las cuatro causas aristotélicas quedan reducidas a dos: causa material y eficiente (entendida ésta como fuerza física); y la realidad se entiende en términos de cantidad y movimiento. En síntesis, la ciencia moderna se caracteriza por considerar que sólo es objeto de conocimiento científico aquello que es observable empíricamente y que, además, puede ser expresado matemáticamente. Limita su campo de estudio a los fenómenos y sus leyes: ya no pretende conocer las causas de las cosas (su porqué último) sino las leyes de cómo funcionan, es decir, la explicación de la regularidad de los procesos según su grado de probabilidad.

En el siglo XIX, los filósofos positivistas defendieron que la ciencia experimental era el único modo válido de hacer ciencia y, en consecuencia, rechazaron la filosofía como no científica. A esta postura se la llama positivismo y también cientificismo.

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