A lo
largo del decurso histórico deberíamos distinguir
al menos tres actitudes frente a la tecnología:
1.Actitud
de desprecio. Durante la Antigüedad y buena parte de la Edad
Media (hasta el siglo X) se piensa que la actividad más propiamente
humana es la actividad teorética y la actividad productiva
(de la que forma parte la técnica) aunque es útil
para la vida no es digna de dedicar a ella grandes esfuerzos.
2.Actitud ambigua. A partir del siglo X con la aparición
de las primeras máquinas movidas por tracción animal
o por elementos naturales, la aparición del reloj y de la
imprenta se irá cambiando la mentalidad. La técnica
puede mejorar la vida del ser humano. A pesar de ello la actitud
mental de fondo sigue siendo reacia -aunque cada vez menos- hacia
la técnica.
3.Actitud de aprecio. El cambio radical se iniciará con el
descubrimiento de la máquina de vapor y su aplicación
a las máquinas industriales. La Revolución industrial
traerá un cambio radical en la actitud ante la ciencia. A
ello se unirá el desarrollo de las ciencias empíricas
y de sus aplicaciones y la mentalidad ilustrada de progreso. La
técnica cambiará en poco tiempo las condiciones de
vida (por ejemplo, la luz eléctrica). La ciencia será
el nuevo Dios y la técnica su enviado que vendrá a
redimir al ser humano.
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