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La filosofía como "amor a la sabiduría"

Decide cuál de las siguientes afirmaciones es la verdadera

Comentario

Examinando sus raíces griegas, etimológicamente, la filosofía se define como amor a la sabiduría. Una antigua tradición cuenta que los primeros pensadores griegos se llamaron "sabios", y que Pitágoras, por modestia, sólo quiso llamarse "amante de la sabiduría" o "filósofo": de ahí vendría el uso del término "filosofía". Aunque también es verdad que Cicerón atribuye esa tradición a un discípulo de Platón, llamado Heráclides el Póntico. Lo cierto es que, independientemente de donde provenga la tradición, esta consideración de la filosofía como amor a la sabiduría nos proporciona una buena base para nuestro estudio: las dos dimensiones o facultades más importantes del hombre (la inteligencia y la voluntad) aparecen en la etimología de esta palabra (filia: amor, amistad; sofía, sabiduría). La filosofía es el deseo y el empeño por conocer la realidad, por vivir en la verdad.

Aristóteles, inicia una de sus obras, en concreto la Metafísica, con una simple pero clara afirmación. Nos dice que "Todos los hombres desean, por naturaleza, saber". Ahora bien, debemos tener en cuenta que, en un sentido riguroso, "saber" (y, por consiguiente, "sabiduría") no es otra cosa que poseer un conocimiento verdadero. Con esto ya hemos alcanzado dos conclusiones: En primer lugar, definir la filosofía como amor a la sabiduría equivale a definirla como "amor a la verdad". En segundo lugar, esta actitud filosófica, amor a la sabiduría, amor a la verdad o afán de saber, es algo connatural a la propia naturaleza humana, algo que es propio del hombre por el mero hecho de ser hombre.

Descubrir la verdad abre un horizonte prácticamente infinito: conocer, amar y contemplar son tres actividades propias del hombre que se admira ante la realidad. La verdad, el bien y la belleza son comunes a todos los hombres. La verdad lleva al enamoramiento y, por tanto, a la contemplación y al respeto.

 
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