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Dando una vuelta a la programación didáctica

Written by  Noemí López
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Estamos en época de programar. Forma parte de nuestras funciones docentes según las distintas disposiciones. Y este curso han cambiado muchas cosas: crisis, la subida del IVA para la cultura, para el material escolar, los recortes… debemos incorporar al aula todo lo que estamos viviendo.

Ya no vale aquello de programar contenidos asépticos: las tareas y actividades de aprendizaje tienen que servir para que nuestro alumnado se sienta en el mundo. La enseñanza musical tiene que estar actualizada y adaptada a los estudiantes, a sus intereses, formas de expresión cultural y relaciones sociales. De esta manera serán aprendizajes significativos.

No es sólo una obligación administrativa. En estos días en los que leemos sobre “Objeción de conciencia y desobediencia civil en Educación” merece la pena que reflexionemos sobre quién es el enemigo para evitar que nuestro más que justificado resentimiento contra los recortes entre en el aula. Porque nuestro trabajo (y nuestra ilusión y esfuerzo) redunda directamente en los estudiantes.

Las prioridades educativas se han transformado y con ellas nuestras competencias profesionales. Surge de manera natural la necesidad de buscar una relación directa entre los aprendizajes y la realidad: Tenemos que establecer puentes.

Para ello hace falta que articulemos una programación con recursos materiales, ambientales y metodológicos actualizados. “La competencia (profesional) necesaria hoy en día es controlar los contenidos con suficiente soltura y distancia para construirlos en las situaciones abiertas y las tareas complejas, aprovechando las ocasiones, partiendo de los intereses de los alumnos, explotando los acontecimientos” (Perrenoud 2004: 20) Para mejorar el aprendizajehace falta actualizar las tareas.

No nos podemos limitar a que el aprendizaje se ciña a identificar, seleccionar, conocer, comprender y aplicar conocimientos en contextos académicos. La enseñanza musical obligatoria va mucho más allá que el interpretar música con flauta dulce. Porque esa música no es real. Es necesario que planifiquemos proyectos, tareas y actividades musicales que obliguen al alumnado a vincular y relacionar los conocimiento que adquieren a través de la música con el resto de materias y con su propio contexto social, cultural y familiar. Y que incidan no sólo en el desarrollo de las competencias específicas musicales sino también de las competencias básicas.

“La orientación educativa al desarrollo de competencias básicas pretende buscar y extraer contenidos del contexto social, cultura y familiar y educativo para tratarlos significativamente y conseguir que el alumnado pueda aplicarlos en un contexto educativo concreto para transferirlos posteriormente a otros contextos educativos y sociofamiliares.” (Escamilla 2011: 23)

Extraer los contenidos del contexto social, cultural, familiar y educativo para tratarlos significativamente.Zaragozà también hace hincapié en esta idea: “El proceso de adquisición de estos dos grupos de competencias a través de los contenidos curriculares deben situar los aprendizajes alcanzados en el aula en los ámbitos relacionados directamente con la realidad musical de la sociedad actual." (2009: 66)

Y va más alla: trabajar en esta línea consigue a la larga "que la música se considere como un producto polivalente con muchos significados y usos (Díaz e Ibarretxe, 2007), donde los alumnos puedan vislumbrar una oferta de perspectivas laborales incluyendo un perfil profesional relacionado con profesiones emergentes del mundo audiovisual, las artes integradas y las nuevas tecnologías.”

¿Qué principios básicos deberíamos considerar al programar tareas y actividades?

  1. Partir de las experiencias de los estudiantes.
  2. Plantear propuestas de aprendizaje atractivas, creativas pero sobre todo flexibles: que puedan adaptarse y modificarse según las aportaciones del alumnado.
  3. Comprobar la incorporación de los aprendizajes a la vida cotidiana: proponer actividades vinculadas con problemas cotidianos, situaciones y necesidades reales.
  4. Facilitar una intensa actividad intelectual por parte del alumnado, priorizar la reflexión y el aprendizaje crítico, la aplicación del conocimiento frente a la memorización.
  5. Planificar actividades que tiendan a la elaboración de un producto musical, audiovisual, una crítica musical, una playlist...

Actualizando la aproximación a los contenidos establecemos fácilmente conexiones con el aprendizaje informal.

@noemilpezg

 

Referencias Bibliográficas

ESCAMILLA, A: (2011) Las competencias en la programación de aula. Educación secundaria. Barcelona: Graó

LOPEZ, N (2012): “Cuando la flauta dulce es amarga o cuando las pedagogías invisibles de los instrumentos rechazan a los estudiantes". En ACASO, M (Coord.)(2012): Pedagogías invisibles. El espacio del aula como discurso. Madrid: Catarata (pp.140-144)

PERRENOUD, P: (2004) Diez nuevas competencias para enseñar. Barcelona: Graó

SANTIAGO, C.T, MÉNDEZ R. (Coords): (2009) Competencias básicas y su desarrollo mediante tareas. Consejería de educación, cultural y deportes del Gobierno de Canarias.(Consultado en <http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/webdgoie/docs/0809/ordenacion/comp_basicas/introduccion_cb.pdf>)

ZARAGOZÀ, J.L: (2009) Didáctica de la música en la educación secundaria. Competencias docentes y aprendizaje. Barcelona: Graó

Noemí López

Noemí López

Profesora de música en Secundaria. Tutora de cursos de formación profesorado INTEF y colaboradora habitual de RedEducativaMusical